La inteligencia artificial (IA) ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, y ha cambiado la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos los unos a los otros. En palabras del célebre informático y científico canadiense Yoshua Bengio “la inteligencia artificial es una herramienta muy poderosa que puede ayudar a mejorar la vida de las personas” y que se ha utilizado para mejorar la atención médica, facilitar la comunicación y la educación, y automatizar muchas tareas que antes requerían la intervención humana. Pero, a medida que la IA se vuelve más omnipresente en nuestra vida diaria, es importante que consideremos el impacto de esta tecnología en los derechos humanos.
En primer lugar, debemos considerar el derecho a la privacidad. La IA a menudo recopila y analiza grandes cantidades de datos personales, desde nuestros historiales médicos y financieros hasta nuestros patrones de comportamiento en línea y movimientos físicos. Si bien esta información puede ser valiosa para mejorar la precisión y eficacia de la IA, también plantea preocupaciones de presuntas violaciones a nuestra privacidad. Los ciudadanos tienen el derecho a controlar sus datos personales, y la IA debe ser diseñada para respetar este derecho.
Además, la IA puede perpetuar la discriminación y la exclusión. Si se entrena con datos sesgados puede comenzar a generar predeterminados estereotipos en función de su algoritmo lo que puede perjudicar a ciertos grupos minoritarios. Para garantizar que la IA respete los derechos humanos, debemos garantizar que los datos utilizados para entrenar la IA sean imparciales y representativos de la diversidad de la población porque como decía el genio de Steve Jobs: “la tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das herramientas, harán cosas maravillosas con ellas”.
Otro aspecto importante a considerar es el derecho a un juicio justo. A medida que la IA se utiliza cada vez más en el sistema de justicia penal, es importante asegurarse de que los algoritmos utilizados sean transparentes y no discriminatorios. Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo se toman las decisiones que afectan sus vidas, y esto incluye las decisiones tomadas por la IA. Si la IA se utiliza para tomar decisiones importantes en el sistema de justicia penal, debemos garantizar que estas decisiones sean justas y transparentes.
Además, la IA puede afectar el derecho a la libertad de expresión. Si la IA se utiliza para controlar el discurso en línea, puede ser utilizada para censurar las voces disidentes o para promover una sola perspectiva. Esto puede socavar el derecho a la libertad de expresión y limitar la diversidad de ideas en la sociedad. Debemos ser conscientes de cómo se utiliza la IA para controlar el discurso y garantizar que se respeten los derechos humanos en este ámbito porque la tecnología debe ser un medio y no un obstáculo en donde se comiencen a gestar las conciencias políticas, jurídicas, sociales y humanas de toda sociedad contemporánea. La inteligencia artificial no remplazará a los seres humanos, sino que los ayudará a trabajar de manera más inteligente y eficiente.