La utilización del tiempo del que dispone el presidente Andrés López Obrador desde que asumió el cargo, siempre ha sido bajo sus condiciones, aprovechando el espacio mediático que le brinda aparecer todas las mañanas en un programa en el que el único dueño del micrófono es él.
De esta forma, no se ha cansado de colocar a sus enemigos, reales o inventados, en la hoguera imaginaria con el grito jubiloso de sus incondicionales y millones de ciudadanos que aún creen que el tabasqueño realmente está llevando a cabo una transformación en beneficio del pueblo.
No obstante, sin mayor trabajo de investigación para descubrir las cosas ocultas, el desempeño del gobierno federal ha dejado mucho que desear. A un año de que finalice el sexenio se puede vislumbrar que no existen logros por presumir, y que la economía, la seguridad, la salud y los demás problemas preocupantes del país, no van a ser solucionados.
Aunque presume ser el mandatario más atacado de la historia, en realidad no es así, tampoco lo es, que los hoy opositores cuenten entre sus filas con los más ricos, ni que tengan un poder que lo pudiera, ni medianamente, preocupar; pues el oriundo de Macuspana se ha encargado de acumular más poder del que en su momento tuvieron los ex presidentes Luis Echeverría o José López Portillo.
Son pocos a los que no puede imponer su voluntad, especialmente de los medios de comunicación, Televisa y TV Azteca como en antaño, se ajustan a la voluntad del mandatario de la nación, obedeciendo, sin reclamo alguno, menos aún, les alcanza para guardar alguna independencia en sus criterios.
Pero eso no es nuevo, así ha sido por sexenios, aunque López se queja de ser el presidente más atacado, mañosamente con ello oculta una verdad diferente; según varios analistas, es un mago en la comunicación y acomoda los reflectores en donde le conviene. ¿Es así? O ¿únicamente se aprovecha de la disposición del tiempo que tiene en su horario matutino, y ya?
Bien, pues la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz, aparece en el escenario del presidente a partir de la negativa de éste del derecho de réplica que la congresista le pedía al tergiversar un comentario suyo respecto de los programas sociales, arremetiendo en su contra por, según él, estar en desacuerdo con ellos.
López Obrador jamás se imaginó que Xóchitl no se iba a quedar, como muchos otros, con el golpe y aguantar la risa, ya que al serle negado su derecho a la verdadera réplica, tuvo que solicitar la intervención de un juez, que, después de todo, le concedió la razón; pues la mañanera es un espacio público, del cual, se ha adueñado el presidente, quien incluso, ha dicho que se reserva el derecho de admisión.
Aunque el fallo a su favor acompañó a Xóchitl Gálvez; fiel a su costumbre, el titular del ejecutivo negó el derecho exigido y aprobado por el poder judicial, incluso aún con amparo en mano, no le fue suficiente, confirmando su posición de violentar cualquier determinación de la Corte.
Ahora bien, Xóchitl no apareció a partir de ese momento para enfrentar al poder, pues disponía, junto con Lilly Téllez y Kenia López Rabadán, de un espacio en el programa “Comiendo con…” del medio de comunicación de Carlos Alazraki, otro de los grandes enemigos de López, por medio del cual, las senadoras hablaban de los desatinos del gobierno lopezobradorista, no obstante, el alcance no era mayor.
En ese momento, y hasta hace unos cuantos meses, la intención de Xóchitl era la de buscar la jefatura del gobierno de la Ciudad de México.
Todo cambió.
De pronto, los constantes ataques del presidente desde la comodidad que le dispone su posición y el uso del tiempo en los medios de comunicación, se lanzó con todo en contra de la senadora Xóchitl, aunque el impacto fue completamente distinto al esperado.
Lo que ahora se le conoce como el efecto Xóchitl, es una rara combinación entre la posición que adopta ésta ante los ataques insistentes de López Obrador, pero, especialmente, de toda la 4t, pasando por los aplaudidores y propagandistas del gobierno federal, con su actitud. Lo cual contrasta severamente esa serena, tranquila y relajada imagen de la hidalguense, con la que ha impuesto desde el 2018 el tabasqueño.
Todo esto se debe principalmente a que el presidente siempre ha sido reaccionario, no se toma el tiempo de medir y cuidar sus palabras, menos aún, sus ataques, porque ante la burla que pretendió hacer de la senadora de que en sus años mozos vendió tamales, no surtió el efecto esperado. Al contrario, la encumbró, y pasó de pronto de pretender la jefatura del gobierno de la CdMx a aspirar a la candidatura de la presidencia para el 2024 por parte de la unión de la oposición en Va por México, y varias de las organizaciones civiles que se han congregado alrededor de ésta.
Y aunque los oficialistas no le dan ninguna posibilidad a Xóchitl, las encuestas empiezan a dejar ver otra cosa muy distinta, de pronto, y tan solo a unas semanas del surgimiento del efecto Xóchitl, se ha posicionado a unos puntitos de distancia de la que siempre ha sido líder en ellas, la ex jefa de gobierno de la CdMx Claudia Sheinbaum.
Con un lenguaje fresco y una imagen novedosa, la senadora promete darle muchos dolores de cabeza al gobierno de la 4t, ya lo ha demostrado en varias ocasiones en el Senado; con ella, no es fácil hacer lo que les venga en gana. Encadenarse a la silla del presidente del senado, puede dejárselos en claro.
El presidente quiso acelerar a la oposición para que nombraran a su candidato, con la descarada intención de empeñar su imagen, lanzarse en su contra todos los días y echar a sus bots e incondicionales encima del supuesto. No se pudo imaginar que no sería hombre que puede ser mujer, en primer lugar, que sería además, empresaria, de la clase media y científica, todo lo que López detesta.
El tiro le está saliendo por la culata, y el efecto Xóchitl ha movido a la clase política, a las asociaciones civiles, y a la clase media, y por lo que se ve, puede incluso, mover los cimientos de la 4t con los más humildes con quienes tiene todo para poder identificarse.
Si no comete un error la oposición o la propia Xóchitl, ésta deberá ser su candidata, si quieren en verdad competir.
