El presidente Andrés López Obrador se concentra en la sucesión presidencial más que en cualquier otro tema, ¿será por eso que siempre antepondrá sus “otros datos” ante lo que acontece en el sexenio que marca un abandono de sus obligaciones como titular del ejecutivo federal?
Es por demás repetir la insistencia en la que han caído muchos periodistas cuando hablan del pospretérito del mandatario, utilizando en exceso las comparaciones aburridas de: ¿qué hubiese pasado si estando en la oposición, el presidente en turno hubiera hecho algo parecido a lo que hoy hace López Obrador?
La figura del mandatario no es la de un fenómeno que ha venido a revolucionar las ideas y formas anteriores con otras frescas, y con ellas, esté encabezando un cambio radical en la vida del país destinado a impulsar un futuro próspero, y que se haya manifestado al momento de aparecer con más contundencia en la arena política, no lo es, pues éste, se inspira en líderes que han existido en otras partes.
Lo cierto es que el originario de Macuspana sigue al pie de la letra un librito que seguramente guarda debajo de su almohada, no existe nada novedoso, las prácticas que impone como si en verdad fueran innovadoras en su administración son viejas y muy conocidas, de hecho, el expresidente Luis Echeverría intentó algo similar a lo que hoy intenta imponer.
¿Cuál es la Transformación?
Los comentarios escuchados hasta el cansancio y que lo colocan como un gran reformador, únicamente hacen suponer que quienes los dicen no conocían a López Obrador, o tal vez, lo hacen para tratar de quedar bien, y otros, para intentar explicar su posición; lo cierto es que nunca ha sido diferente, solo quienes no quisieron verlo se dicen sorprendidos, de haberlo hecho, no les causaría sorpresa dar cuenta de sus acciones que, de hecho, son lo más congruente con lo que es el mandatario.
Y se podrán hacer investigaciones, rescatar discursos, dichos y señalamientos; el resultado siempre, siempre será el mismo. En el ciberespacio se guarda evidencia de todo, en otros tiempos pudo haber sido complicado, hoy no, sin embargo, y a pesar de ello, sus mentiras intentan imponer una realidad que no empata con lo que se vive.
Aunque parezca increíble, son muchos los que aún guardan la esperanza que aparezca la reflexión y corrección de rumbo. El sueño infértil de pedir un cambio de estrategia en seguridad, en política económica, en política exterior, etcétera, está por demás, todo lleva directo a lo que sí le importa a López, que es meterse de lleno en la sucesión presidencial, no es capricho, no es ocurrencia, esa siempre ha sido su misión desde que obtuvo el triunfo en el 2018.
Las declaraciones hilarantes de que nunca más el regreso del neoliberalismo, tienen el propósito de estigmatizar a sus opositores como PRIAN, lo que lo hace congruente, por eso, más que sabiduría, es un patrón; una vez elegidos los enemigos, lo siguiente fue construir una narrativa en respuesta de ese pasado tormentoso, la cual llevaría al país a un mejor futuro, dirigido por un frente formado por el pueblo bueno, por los más necesitados, por los “nacos” según le acomodó el mote para apropiárselo y azuzar a sus huestes en la defensa de la supuesta ofensa clasista.
Por lo anterior, no causa sorpresa que, pese al impedimento, el cual debería respetar como titular del ejecutivo federal, se meta de lleno en la sucesión presidencial que está en puerta, por eso habla de la elección de los candidatos, y no únicamente de su partido, sino también de los opositores, como la del Frente Amplio por México, la de Movimiento Ciudadano, o hasta con la posibilidad de que vaya en solitario Marcelo Ebrard.
Para el “gran estadista” es motivo de burla presumir que ya conocía desde hace dos meses el resultado de que sería Xóchitl Gálvez la elegida para representar al Frente Amplio, pero, ¿quién podría haber dudado que la aspirante presidencial de Morena sería Claudia Sheinbaum?
Son pocos los que pueden aceptar que todo lo que se ha manejado en el partido oficialista es transparente, si de simulaciones se pretende hablar, la que hace el partido marrón es ofensiva, lo peor, es que no es casualidad que los demás “suspirantes” solo hayan sido relleno para darle legalidad al “triunfo” de la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Por cierto, el mandatario considera que es una candidata a la altura de las necesidades del país, sin embargo, la ungida, aborrece los cuestionamientos serios de verdaderos periodistas, pues, ofendida, pidió en una entrevista que no fueran tan agresivos; es un hecho, la morenista está acostumbrada a las preguntas a modo, y tablas, pues no tiene; será por eso tal vez que se niega a responder cualquier pregunta que tenga que ver con el metro, pues dice que ya no es Jefa de Gobierno.
Una vez iniciada la campaña surge la pregunta natural: ¿qué sí responderá entonces? ¿habrá acaso debates? o de plano, y como ya ha sido costumbre en su partido ¿se negarán a realizarlos?, porque el único que podría enfrentarlos ya no puede ser candidato nuevamente, aunque él se asuma como tal.
En tanto, y a pesar de la intromisión ilegal del presidente, la verdadera simulación la ha representado siempre él, ¿quién puede dudar que en el caso de ganar Sheinbaum la presidencia no hará todo lo que le ordene el tabasqueño? Y, por otro lado, es su costumbre lanzar la piedra y culpar a otros de lo que él hace, con eso cree protegerse, lo peor es que ante los ojos de los más incautos, lo logra. López Obrador siempre ha sido así: “genio y figura…”
