Jorge Álvarez Máynez casualmente obtuvo una candidatura que no tenía ni de cerca, la posibilidad de obtener; todo se compone con base en la terquedad de la dirigencia emecista, que, al más puro estilo de la política más rancia, su dirigente Dante Delgado Rannauro, determinó no formar parte de una gran alianza opositora.
No es adivinanza, es claro el papel que juega Movimiento Ciudadano en estas elecciones; hacerle el favor a Morena para restarle votos a la oposición, particularmente el de la presidencia, y por otro lado, las jugosas prerrogativas. En parte lo está logrando, la juventud identificada con la herencia del “fosfo fosfo” del gobernador neoleonés, y más que de él, de Mariana Rodríguez Cantú, su esposa, y candidata a la presidencia municipal de Monterrey, aprovechó la inercia para, más o menos, rescatar lo que la mencionada consiguió con el impulso a su esposo Samuel García.
Pero Máynez no es quien alardea, eso sí, con sobrada arrogancia y presunción, sintiéndose llamado por los dioses del olimpo, reitera que ya está en segundo lugar en las preferencias, aunque, de acuerdo a mediciones de encuestadoras serias, aparece en tercer lugar, o, en último, si se ve de otra forma, porque es una engañifa señalar que ya rebasó a Xóchitl Gálvez de “Fuerza y Corazón por México”.
La oposición observa cómo al acercarse el día de la jornada electoral, Claudia Sheinbaum, candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, con el apoyo tramposo y decidido del presidente, quien en los hechos está convertido en su coordinador de campaña, utilizando todo el poder del Estado y violentando todas las normas para favorecerla, porque sola no tendría la misma posibilidad, pues representa su seguro de vida, aparentemente cuenta con amplia ventaja.
De esta forma, y de acuerdo a las mediciones que tienen los partidos opositores, se dan cuenta que con MC podrían tener mayores posibilidades de triunfo, pero la posición del candidato naranja, con burlas de por medio, anuncian que claudicar para sumarse a Xóchitl, no está en su consideración.
Por cuanto a Claudia Sheinbaum, no muestra la mejor imagen que pudiera tener una candidata para asumir al cargo más importante; se muestra soberbia, fría, altanera, y lo dejó en claro en el tercer y último debate presidencial, porque además de que, hace rato abandonó personalidad propia, estudios e independencia, se mostró sin cortapisas muy alejada de tomar decisiones propias, menos aún, de colocar un proyecto de su autoría, no tiene ni la una, ni lo otro, se la pasó defendiendo hasta el hartazgo al presidente Andrés López Obrador y lo que éste ha impulsado.
El subconsciente, sin embargo, la traicionó, cuando en un evento señaló que su mentor habría llegado al poder por ambición personal. Nada más verdadero que la pifia que resulta ser una confesión, pero que tal vez sea lo único, en adelante, que podría haber expresado de motu proprio, aunque después salió a tratar de componer las cosas; el mal, o más bien, la vedad salió a flote.
¿Qué representa Claudia?, solo representa más de lo mismo, lo que se ha visto en casi seis años: divisionismo, enfrentamiento, indiferencia hacia quienes no piensan igual. El segundo piso del que habla en uno de sus comerciales, ofreciendo más escuelas, más cultura, más deporte, más ciencia, etcétera, no es así, será más simulación, más mentiras y más mediocridad.
Y aunque, seguramente ha pagado una fortuna a los asesores para suavizar su imagen, su tono de voz y lenguaje corporal, como pudo observarse en el transcurso del debate; por dentro no puede existir un cambio sustancial, es la misma, y sus declaraciones vertidas en la recta final del encuentro no deben dejar lugar a dudas. Claudia Sheinbaum es, lo que el presidente quiere que sea, punto.
Mientras que Máynez, extraviado y con su estúpida y gran sonrisa, que ha provocado decenas de memes, sabe que está haciendo el trabajo sucio que le encomendaron, y la cercanía, o más bien, el respeto que le tiene a la oficialista, lo dejan de manifiesto, contrario a los ataques que le dirigió a Xóchitl Gálvez y partidos que la cobijan, sin mencionar sustancialmente al gobierno de López Obrador.
El riesgo, es que el presidente se ha encargado de dictaminar su visión de democracia, destruyendo instituciones, comprando voluntades y corrompiendo todo a su paso, para garantizar su permanencia en el poder, porque ¿quién puede dudar que quiere manejar los hilos del gobierno desde donde se encuentre?, Sheinbaum, no disimula un ápice que eso sucederá si llega a ganar.
Máynez y su triste papel, aunque detrás de él se encuentra el que verdaderamente mece la cuna, él es el que será recordado como el artífice del rompimiento democrático, y eso, quedará inscrito con sangre en el corazón de los mexicanos; la fecha, 2 de junio, será recordada como el día en el que México sepultó la democracia.
Máynez ha sido comparsa en la campaña, aferrado a su candidatura presumirá un tercer o segundo lugar, como sea, eso no importa, en las elecciones, como en el juego o en la guerra, solo importa el que gana, nunca nadie habla de quien quedó en segundo o tercer lugar.
El triste papel del esquirol quedará en la memoria colectiva, aparecerá como cómplice de la caída del México democrático. Dentro de algunos años, los que hoy ven estas elecciones como cualquier otra, se estarán arrepintiendo de lo que pudieron evitar y no hicieron, para entonces, será demasiado tarde, aunque, tendrán tiempo suficiente para lamerse las heridas.