Hoy hablaremos de un amigo, periodista, pedalista, fotógrafo y militar, nacido en las raíces del árbol de las manitas, barrio de Huitzila, afirmando el que fue el último de los matlatzincas; él fue Víctor Sánchez Munguía.
Nació un 28 de julio de 1929 en la ciudad que tanto quiso Toluca, como lo mencionamos en el famoso barrio de Huitzila, se inició como reportero gráfico y publicista en el conocido periódico vespertino en un principio de color sepia y posteriormente color azul, El Noticiero de esta ciudad, desde el año de 1959 a junio de 1968; año en que nuestro país se convertía en el anfitrión del deporte mundial al celebrarse las Olimpiadas de 1968. De julio de 1968 a diciembre de 1970, fue corresponsal y reportero gráfico del diario deportivo Esto de la ciudad de México, cubriendo diversos eventos en el extranjero. De enero de 1971 a junio de 1984, laboró en el periódico El Sol de Toluca, como reportero gráfico y publicista; de julio de 1984 a junio de 1989, fue el encargado de la sección de sociales y publicista del periódico El Heraldo de Toluca; de julio de 1989 al mes de abril de 1998, estuvo como jefe de la sección de sociales y cultura del periódico El Diario de esta ciudad. Fue profesor de fotografía clínica y jefe del departamento audiovisual de la Facultad de Odontología de la UAEMéx; colaborando también como jefe de laboratorio fotográfico de la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia, hoy Fiscalía General y en la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística del Estado de México, colaboró en el área de Prensa y Fotografía.
Fue de los pocos fotógrafos internacionales que tuvo Toluca; catorce años fue también empleado dentro del departamento de Administración de Rentas y 17 más los pasó en la Dirección General de Tránsito, en el departamento de placas. En forma combinada practicó el periodismo deportivo y dio un salto bastante extraño porqué abandonó la libreta para pegarse a la cámara dejando huellas en los periódicos antes mencionados; El Noticiero, El Sol de Toluca, El Heraldo de Toluca y El Diario. Alguna vez se le preguntó a don Víctor que, si la fotografía era vanidad, lo cual contestó: si hay mucho de egolatría, porque la persona que se retrata sabe que mediante la foto puede perpetuarse, va a trascender y a está, no se le escapan los líderes de ninguna ideología. Donde hay líderes hay fotógrafos, por eso existen antecedentes fotográficos de todos los movimientos sociales. Otra pregunta a don Víctor; ¿y porque van desapareciendo las fotografías de niños encuerados? Era una costumbre de las familias bien y si se observan bien esas fotos de niños encuerados siempre estaban rodeados de cojincitos. Un niño pobre no tenía ni para cojines. Sin embargo, en una gran mayoría de las casas, era tradición la foto de los abuelos, la foto de familia, la del matrimonio y la del niño encueradito.
Otra pregunta en su momento hacia don Víctor ¿quien era el fotógrafo más completo? Imposible decirlo, la fotografía está ligada a todas las actividades, por lo tanto, el campo es infinito y no habría cerebro humano que dominara todas las facetas. Cada rama podría ser una especialidad. ¿Y qué nos comenta de los fotógrafos de caballito? Realmente son esos los verdaderos fotógrafos, los que saben dominar la luz. Ellos saben que la mejor luz es la del norte, fijémonos cómo colocan sus caballitos y sus cámaras pegados a la Catedral Metropolitana; lo hacen porque es el mejor lugar en la Plaza de los Mártires para sacar fotografías. Hay una luz clara, pero tenue y en cinco minutos tal vez un sistema rudimentario, haciendo todo lo que procesa un estudio con grandes cámaras y reflectores. Y si se le pide fotos a color, sacan sus tintes y pincel y logran el color en forma rapidísima, eso es ser un gran artista.
Como deportista, don Víctor formó parte del grupo de los Polleros, que entrenó el finado Manuel Villaverde Herrán, un entrenador que los hacía salir del Millán rumbo a San Miguel, luego sobre la cresta de los cerros bajar por la Teresona y retorno al centro deportivo Millán. Corrió en la vuelta de la juventud, también participó en carreras de México-Zacatepec; México-Zitácuaro; México- Puebla, practicando también entre otros deportes el alpinismo. En una reunión de compadres en 1962, nació la idea de ir al Mundial de fútbol de Chile, viaje realizado el cual todos sus compadres se rajaron y don Víctor obligado por su periodismo se tuvo que ir solo. Ahí se encontró con Bartolomé Ornelas del periódico Esto y Rubén Ruiz del Ovaciones, siendo los tres únicos fotógrafos mexicanos que cubrieron el evento. En 1968 fue contratado por el ESTO para cubrir los juegos Olímpicos de México. En 1969 va nuevamente a Sudamérica acompañando al Club Toluca en una gira. En el mundial celebrado en México, cubrió las subsedes de Toluca y Puebla, y en 1972 fue nombrado jefe de Prensa del Comité Olímpico Mexicano, cuando Toluca quedó como subsede en los Juegos Panamericanos.
Don Víctor solamente tuvo un fracaso profesional y es cuando incursionó en la política a competir por la secretaría del SUTEYM. Dejo huellas en El Noticiero de don Carlos Garduño Torres, El Mundo de don Alfonso Solleriro, El Heraldo de Toluca de la familia Mena, El Diario de don Anuar Maccise y el Sol de Toluca, así como en el deporte mexiquense y en los sectores sociales de Toluca.