Maestra de una preparatoria de la UAEMéx, ya con posibilidades de jubilarse pronto. ¿No quiere seguir dando clase? Siempre le ha gustado. Ya no, responde segura y haciendo una mueca de fastidio, los alumnos están insoportables.
Le pido que me cuente qué le pasa. “No es que me pase sólo a mí, es a todos los maestros y maestras. Los alumnos están insoportables, groseros y agresivos”.
Comenta que cada vez es más complicado que hagan caso a las indicaciones. “Yo no tengo ese problema en la facultad”. Su respuesta fue que en ese nivel los estudiantes llegan con más madurez, pero la “prepa” es un nivel muy complicado.
He tenido muchos desencuentros con alumnos y alumnas a lo largo de los años, pero actualmente, incluso hay amenazas y no hay quien nos defienda, “sólo porque se quieren evitar escándalos”. Se han dado casos en que destrozan o rayan los autos de maestros. ¿Cámaras? Aunque las hubiera, nada se haría.
“La gota que ha derramado el vaso para mí, es el caso de un alumno que no presentaba trabajos, no pasó examen y no se presentó siquiera a las citas para revisión de trabajos.
“Lógicamente fue reprobado. Quería que le regalara puntos y, como no lo hice simplemente me dijo sin más ‘chingue a su madre’. Dos veces lo hizo”. Lo reporté, pero llegaron los papás a reclamar que yo le había mandado mensajes a su hijo de que yo podía hacer con su calificación lo que quisiera porque era la maestra.
“Hizo un montaje de capturas y se demostró. Al final, nada pasó, no hubo defensa de la dirección, de ningún lado. No se le sancionó. Simplemente… nada”.
La profesora dijo que no es su caso el único, a otra maestra le destrozaron el auto. A otra se lo rayaron. A otros los han amenazado y hay que callarse por miedo o porque se privilegian “los derechos” de los estudiantes. ¿Y los derechos de los maestros y las maestras?
La maestra hizo un llamado a las autoridades universitarias a ver el ambiente en las preparatorias. Ofrecer mayor seguridad y quizá establecer comités de investigación en caso del mal comportamiento de los jóvenes, pues no pueden ser tan permisivos en esas actitudes violentas contra los maestros, sin que haya consecuencias. Se crean delincuentes en potencia.
Pero también consideró que es muy importante que los padres de familia pongan atención con sus hijos e hijas. Estar atentos en sus comportamientos y concientizarles del respeto que deben a los maestros y maestras. A veces, los propios padres fomentan el comportamiento y son quienes llegan bastante agresivos a reclamar.
Poco podrán hacer los maestros para modificar conductas a estas alturas. Lo que sí es un hecho, es que deben tener también alguien que los defienda ante esta serie de ataques, ya constantes, del estudiantado. Veremos si se considera y se presentan alternativas.