Tiene la tristeza larga… de tanto venir andando… El amanuense sorbe lentamente a su café americano sin azúcar mientras lee en el periódico el debate que en redes sociales está ocurriendo. La influencer Marianne Gonzaga fue detenida en la CDMEX por apuñalar en 15 ocasiones a Valentina Gilabert, una joven modelo y pareja de un tal José Said, ex novio de Marianne. Esto el pasado 5 de febrero, dentro del complejo residencial “Park Pedregal”, en la alcaldía Álvaro Obregón.
Marianne, es una creadora de contenido con más de 365 mil seguidores en TikTok y 145 mil en Instagram y es tendencia no por sus videos sobre maternidad y fotografía, sino por intentar matar a Valentina. Mientras se define su situación jurídica, un juez especializado en justicia para adolescentes determinó que la “influencer” de 17 años se quedará en internamiento preventivo con posibilidades de llevar su proceso en libertad.
Y es aquí donde entra el debate pues esta supuesta influencer es acusada de lesiones dolosas que ponen en riesgo la vida y se evade la tentativa de feminicidio, que, por ejemplo, en el caso de otro pseudo influencer, un bufón prepotente de nombre “Fofo” Márquez, se le dictó una sentencia de más de 17 años de prisión por el delito de tentativa de feminicidio.
El Ministerio Público de la Fiscalía mexiquense demostró que el supuesto “intocable influencer” agredió a una mujer con intenciones de quitarle la vida, pero en el caso de la niña ésta, un ataque a puñaladas “no demuestra que haya querido matar”, así que sólo se trata de lesiones dolosas que ponen en riesgo la vida, y que por ser menor, una vez que cumpla un año de sentencia en un Centro Tutelar podría salir en libertad, aunque el juzgador deberá analizar la posibilidad de que, con 18 años de edad, pueda seguir siendo juzgada por ese probable intento de asesinato de inocente infancia, aunque ya tenía un bebé, se había operado el busto y abandonó sus estudios de preparatoria.
Influencer’s de la muerte
Probablemente se acuse de cierta misoginia al periodista por suponer que esto debe tasarse con el mismo machete justiciero, de olvidarse de los años de exclusión y esclavitud, de violencia de género, abuso sexual y de reconocerme como periodista sin darle vuelo a la hilacha de lo mediático y amarillismo pero, sin importarle al amanuense un “pepino” la suerte del tal “Fofo” o la de la misma Marianne, su historia, su origen y daño al que pudo haber sido sometida o abusada, la ley debe juzgar apegada a la propia jurisprudencia, y no a lo mediático.
Muchos influencer’s, presuntuosos de poder y dinero, se han burlado de México, de sus leyes y de los jóvenes estudiantes. El crimen organizado en México ha encontrado en las redes sociales una nueva vía para expandir su influencia. Plataformas como YouTube, TikTok e Instagram ya no sólo sirven como espacios de entretenimiento, sino que han sido infiltradas por muchos grupos para lavar dinero, financiar conflictos y promover su imagen. De hecho, muchos aseguran que los viajes, automóviles, casas, dinero son financiados por el crimen organizado, si no, pues ¿cómo le harían los influenciadores?
Lo que es cierto es que esta estúpida moda virtual aleja a nuestros adolescentes de las universidades, de ser útiles como doctores, abogados, ingenieros, arquitectos, comunicólogos, psicólogos. Y claro que hay auténticos creadores de contenido productivo, pero nunca, nunca será benéfico usar las redes para poner en riesgo a los niños mexicanos... Y es que el creció con el siglo, con tranvía y vino tinto…
Mi X @raulmandujano