Nuevamente la falta de límites, y la falta de control de emociones se hacen presentes y los hechos quedan grabados, para recordarnos la importancia de padres presentes y que estos pongan límites a sus hijos, además de procurar una educación emocional.
En redes sociales circula un video donde un alumno golpeó a un profesor universitario en la Universidad Politécnica de Tulancingo (UPT) el viernes pasado.
En el video se observa que el joven da un puñetazo al profesor y le grita “vuélvete a burlar de mí”, “búrlate una vez más de mí, te reto”. Los alumnos que se encuentran en el lugar no intervienen, pero piden a su compañero que no lo golpee más y que acuda a la dirección.
Tras la difusión del video, el alumno identificado como Manuel ‘N’ pidió la apertura de una carpeta de investigación contra el maestro por violencia. El joven estudia la licenciatura de Comercio Internacional y Aduanas. Manuel ‘N’ acusó que su maestro, Ángel ‘R’, lo hostiga y lo amenaza frecuentemente en la clase; sin embargo, nada justifica la violencia.
Otro caso de violencia fue el de 'Lady Patadas' que en un partido de béisbol entre los New York Yankees contra los Mets comenzó a patear a un joven y tuvieron que arribar elementos de seguridad para detenerla.
Al inicio se pudo ver que la joven estaba sentada mientras colocaba sus pies sobre la espalda de un joven de sudadera gris que estaba en el asiento delantero de ella.
El joven intentó que 'Lady Patadas' retirara sus pies sobre su espalda, pero, ella le respondió agresiva y continuó colocando sus tenis aún con más intensidad mientras los movía de un lado a otro y le daba patadas.
El joven hizo gala de su control de emociones, sin responder de manera agresiva.
Dos escenarios distintos, una misma reflexión: la clave está en el equilibrio emocional. Sin límites claros, ni en casa, ni en la escuela, el resultado puede ser explosivo. Pero con enseñanza, autocontrol y responsabilidad, se pueden prevenir escaladas de violencia muy lamentables.
Cuando en el entorno educativo o familiar no se establecen límites claros, como responsabilidades, autoridad y respeto, es fácil que las emociones afloren y deriven en violencia. En el caso de Tulancingo, el estudiante sintió que no había otra vía que la agresión física.
Por otra parte la reacción del joven agredido en el estadio es ejemplo de madurez emocional: optó por no escalar el conflicto. Su actitud fue calmada, respetuosa y educativa para quienes vieron el video.
Padres y tutores deben ser guías constantes en la gestión emocional de los hijos. Pero no basta con la familia: las instituciones educativas también deben intervenir eficazmente cuando se detectan conflictos o denuncias previas. Si las quejas no son atendidas, la frustración puede dar paso a actos extremos. Es igualmente esencial que los docentes fomenten respeto y no incurran en comportamientos considerados como bullying.
Dos casos que nos recuerdan la importancia de formar ciudadanos emocionalmente resilientes, que sepan denunciar injusticias sin recurrir a la agresión. La violencia no es un remedio; el diálogo respetuoso, el acompañamiento y la cultura del respeto sí lo son.
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