Se acercan las elecciones de Estados Unidos y, conforme pasan las semanas, el presidente Trump ve cada vez más compleja su reelección. El resultado del mal manejo de la pandemia, y una consecuente profundización de la crisis económica, ha llevado a los norteamericanos a decantarse por los abanderados del partido demócrata quienes tienen, hoy por hoy, una ventaja de más de 10 puntos. Quedan menos de tres meses, pero las tendencias no han cedido desde abril, y parece difícil un cambio sustantivo en favor del partido republicano. Evidentemente se espera una campaña cada vez más intensa, pero no podemos afirmar que la narrativa del presidente y su incesante búsqueda de un rival para fortalecer sus posturas pueda ser suficiente para palear el descontento de la ciudadanía ante las circunstancias actuales de las cuales es responsable.
En los más recientes días se confirmaron, en sus respectivas convenciones, las fórmulas que contenderán por dirigir el ejecutivo estadounidense. El partido republicano respaldó por unanimidad a los actuales Presidente y Vicepresidente, Trump y Pence, mientras el partido demócrata ratificó a Joe Biden y a su recién anunciada compañera, Kamala Harris. Es crucial el rol de la californiana pues, su perfil puede ayudar a mantener y acrecentar la ventaja del ex Vicepresidente. Kamala es uno de los perfiles demócratas cargados a la izquierda, sin llegar al extremo que aleja a ciertos sectores del electorado. Además, es alguien que por su historial político puede capitalizar el descontento sobre las injusticias recientes pues su estilo ha sido de lucha y defensa a los derechos de las minorías. Ella ha sido una feminista de vanguardia y, al no ser identificada con el “establishment” como Hillary Clinton, está en posición de ser respaldada por quienes se han sentido agraviadas por los comentarios misóginos del actual primer mandatario.
De tal manera que, Harris es producto de años de recorrido positivo para sus electores y, será de gran apoyo para Biden.
Ante esto, Donald Trump ha comenzado con una narrativa que busca desprestigiar los próximos comicios. Ha señalado en más de una ocasión que él duda del voto por correo y da a entender que es posible la fabricación de un fraude en favor de los demócratas. A diferencia de lo ocurrido en otras naciones, estas declaraciones no fortalecen a su base electoral y, por el contrario, generan que una fracción amplia de su voto duro se convierta en blando. También ha intentado buscar rivales para su dinámica de polarización, como hizo con México en 2016. Ha atacado ya a China, la OMS y Obama, en un intento por presentarlos como el verdadero rival de los estadounidenses y a Biden como servicial con estos tres actores. Sin embargo, no ha funcionado pues, para la gente, es mucho más importante la situación económica y sanitaria y su insuficiente rol para manejar la coyuntura.
Veremos el desarrollo, ya que los próximos meses serán muy importantes.
Por lo pronto no se perciben cambio en el ánimo del electorado de nuestro vecino del norte y, la incorporación de Kamala Harris pareciera ser un factor que reforzará el sentir de los votantes. Además, el estilo del presidente Trump no parece tener la eficacia de los últimos años pues, ante las complicaciones derivadas de la pandemia, a los estadounidenses les importa más que al ejecutivo llegue alguien con capacidad para generar unidad y soluciones, en lugar de polarización.
