El 7 de septiembre de 2020 inició el proceso electoral nacional más grande de la historia, es la magna elección debido a que aproximadamente 93 millones de electores podrán votar; se requerirá para organizar los comicios, una amplia infraestructura y el despliegue en todo el territorio nacional del personal electoral para capacitar a los ciudadanos que fungirán como integrantes de las mesas directivas de casilla, garantizando el proceso y el éxito de la jornada electoral, en donde se elegirán a 21,368 funcionarios públicos, 15 gobernadores, 500 diputados federales, 1,063 diputados locales (de 30 congresos) y 1,926 presidentes municipales de 30 entidades.
En el ámbito estatal, formalmente el proceso electoral inició el 5 de enero del año en curso; las y los mexiquenses votaremos para elegir a nuestros representantes: 125 presidentes municipales, 198 síndicos, 1,856 regidores y 75 diputados locales. De acuerdo con información del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), las precampañas comenzaron el 26 de enero, mismas que tendrán una duración de 22 días y darán paso a las campañas a partir del 30 de abril para llevarse a cabo por 34 días, finalizando el miércoles 2 de junio.
En vista de ello, y con un electorado de poco más de 12 millones de mexiquenses, la magnitud de estas elecciones conlleva una serie de retos para las instituciones electorales encargadas de la organización de la elección y para los partidos políticos como uno de los principales actores del proceso. Desafíos mayoritariamente derivados de la emergencia sanitaria por Covid-19, que obligan a los partidos a adaptarse a la coyuntura y modificar los métodos tradicionales de las estrategias político-electorales, desde los procesos internos de selección de candidatas y candidatos, hasta las campañas y la promoción del voto.
Las elecciones constituyen un acontecimiento social que moviliza a millones de personas y unen a sociedades enteras. No existe ningún otro ejercicio estatal, nacional o territorial que presente el mismo grado de magnitud operacional, de participación multitudinaria y de complejidad en su proceso, el cual debe garantizar simultáneamente transparencia, seguridad, integridad y un carácter inclusivo en todas sus etapas.
No hay que olvidar que la institucionalidad de los partidos políticos depende en gran medida de sus procesos internos, mismos que incluyen la selección, renovación y establecimiento de sus respectivas dirigencias, estructuras y representantes; con procesos internos bien ejecutados los partidos políticos concretan lealtades y construyen alianzas por medio de relaciones de identidad, valores e intereses, resultando en un desarrollo organizacional pleno que fortalece dicha institucionalidad.
Los partidos políticos son uno de los pilares fundamentales de la democracia, al ser una de las vías más recurrentes para acceder a una candidatura y participar en la elección por un cargo público. La fortaleza interna para garantizar sus procesos, la trasparencia en sus métodos de selección, la capacidad operativa y de negociación para lograr el consenso interno de sus actores políticos, serán rubros a considerar para ponderar que tan fortalecidos llegan a la campaña, que relevancia tendrán en el proceso y que tan competitivos serán durante la elección.
Los partidos políticos habrán de considerar que el actual contexto socioeconómico influirá fuertemente en la decisión de voto de las y los ciudadanos, quienes con justa razón castigarán en las urnas a quienes hayan dejado de lado el bienestar social y otorgarán su confianza a aquellos que probadamente tengan la capacidad de atender sus más sentidas demandas.
Así que teniendo claro el panorama tan peculiar en el que se llevarán a cabo los comicios de 2021 y con la venia de las autoridades electorales, ¡la fiesta de la democracia ha comenzado!
