Nos dice Mario Riorda que “Una campaña electoral es un conjunto de acciones de comunicación destinadas a influir en los públicos en cuanto a sus creencias o comportamientos políticos, con el propósito de orientar su voto en unas elecciones”. En nuestro estado han iniciado las precampañas, que suelen orientarse entre otras cosas, a motivar e influir en los electores, fundamentalmente en sus emociones. Cuando estamos inmersos en esos procesos, surge la pregunta: ¿dónde queda la razón?
Uno de los objetivos que debería tener nuestro sistema educativo es, además de trasmitir conocimiento, enseñarnos a pensar. Es decir, que desarrollemos habilidades para que, con la información disponible, produzcamos ideas nuevas, incluso en el ámbito personal, que generen nuevo conocimiento y transformen nuestra capacidad de concebir al mundo no sólo cada vez mejor, también diferente.
¿Se puede aprender a pensar en medio de una campaña política donde las/os estrategas buscan manipularnos presentando a las/os candidatas/os de acuerdo con estereotipos que ellas/os fabrican? Para responder a esta pregunta Jaime Fisher, de la Universidad Veracruzana, nos dice que pensar es como dormir, respirar o comer, es un proceso cerebral realizado de manera particular por la especie humana. Pensar es un conjunto complejo de funciones físicas, químicas y eléctricas en el cerebro. Pensar es la base que dirige la acción humana de manera intencional, repercute en nuestras acciones y en el medio en que nos desarrollamos. Si los ciudadanos aprenden a pensar les permitirá participar eficazmente en la construcción de una sociedad bien ordenada y justa. Y deben tener presente que las urnas son el mejor espacio para expresar contundentemente sus pensamientos respecto a las ofertas de los políticos. Esa es la importancia de esforzarse por entender qué pasa en una campaña.
Pensar es imaginar un estado de cosas distinto que satisfaga las necesidades más sentidas y que restaure, aunque sea de manera temporal, el equilibrio entre el organismo (el nuestro) y su medio ambiente. Cuando un político dirige un mensaje, su público suele en varios casos hacer uso de la “facilidad cognitiva”, que según los psicólogos, es un mecanismo a través del cual las personas se impulsan, casi automáticamente, a sumarse a las tendencias de opinión, a formarse en la fila de un grupo y emitir juicios (muchas veces distorsionados) sobre acontecimientos sociales. Así nosotros, como público, podemos expresar nuestra opinión respecto a eventos políticos creyendo que sabemos qué dice nuestra/o candidata/o o el/la dirigente del partido de nuestra preferencia, sin cuestionar la veracidad de los hechos.
Sin embargo, para aprender a pensar tendríamos que preguntarnos si quienes estamos escuchando o viendo reúnen ciertas características. De acuerdo con Innova & Acción (Fundación para el pensamiento crítico) el discurso de las personas (de los políticos), para que nos ayude a formar nuestro criterio, debe tener claridad, exactitud, pertenencia o relevancia, profundidad, amplitud, lógica, importancia e imparcialidad, con estos criterios podemos evaluar lo dicho por la o el ponente y generar en nosotras/os un pensamiento crítico.
Algo muy elemental es mantener en nuestra cabeza (y nuestro corazón) una duda metódica. Nuestra mente puede fallar, no debemos olvidarlo, por eso replantearnos qué vemos, oímos o leemos suele ser un excelente ejercicio. Preguntarnos constantemente ¿quién dice?, ¿qué dice?, ¿de dónde proviene lo que dice?, además cuestionar la imagen que nos entregan, son aspectos que nos ayudan a conformar nuestro pensamiento crítico.
En política solemos idealizar a las personas sin conocerlas realmente, sólo porque les vemos en “la mañanera” o en un espectacular, pensamos que les conocemos, pero nuestro cerebro suele jugar con nuestra intuición, equivocarse y crear una imagen distorsionada. Ese juego de imágenes nos impide conocer cómo es la persona en realidad.
El pensamiento crítico debe ayudarnos a formar un criterio verídico de quienes nos rodean y es sin duda una herramienta para nuestra vida, entender las cosas como son y no como otro quiere que las veamos. Estamos llamados entonces, como dicen Noam Chomsky, a “conocer para no ser engañados”. Muchas veces los medios son los encargados de manipularnos a veces basta el título de un encabezado para pretender que sabemos el contenido.
El llamado es a entender las cosas como son, a revisar nuestras creencias y nuestros prejuicios y revisar si son útiles para abrir en nuestra vida nuevos caminos. No perdamos de vista que sólo a través del pensamiento crítico podremos abrir caminos que nos lleven al cambio.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
