Hoy hablaremos de algunos inmuebles toluqueños que ya casi no los vemos por el hecho de que ya existen pocos y, fueron y son parte importante del centro histórico de cualquier localidad, ya que de alguna manera son historia del mismo centro, estos inmuebles son las famosas vecindades.
Las vecindades son viviendas colectivas que se construyeron como resultado de la segregación social, a partir de la limitación urbana entre la ciudad central de los españoles y los barrios indígenas de los alrededores. Plantearemos que las vecindades de los barrios o colonias localizadas en la periferia de los Centros históricos, son producto de la exclusión urbana, existente desde el origen de las ciudades. Las vecindades son consideradas indeseables por la condición precaria y porque cuentan con espacios habitacionales sencillos consistentes en una o dos habitaciones por familia. A pesar del deterioro físico, son inmuebles que responden a las necesidades actuales de algunos grupos sociales, que conservan la densidad habitacional de la zona y mantienen la vitalidad e identidad de la ciudad histórica a través de las prácticas sociales de sus habitantes.
A partir de testimonios de vecinos, se exponen ventajas y desventajas de vivir en colectividad, se identificaron algunas dinámicas y modos de vida que hay en las vecindades, su estado de conservación y la ocupación de espacios en común, como sanitarios, lavaderos y patios. En un acercamiento mediante estrategias urbanas y arquitectónicas, se ha registrado un modo de vida en comunidad que está decayendo en las ciudades históricas. Este se sustenta en la confianza entre vecinos, la colectividad, la relación entre departamentos cuartos y vecindades, en el arraigo y pertenencia de la población al lugar donde viven, y en la ocupación de espacios comunes, la proximidad y compartición de servicios y equipamientos.
El Centro Histórico como tal es un concepto surgido en torno a los años sesenta del siglo XX, producto de un nuevo modelo de la ciudad que separa la centralidad urbana de la centralidad histórica desplazando fuera del centro urbano tradicional (descentralización) a elementos que cumplen funciones fundamentales para la ciudad como las económicas (nuevos mercados o zonas industriales), sociales (nuevos centros culturales o áreas de expansión residencial) e incluso político-administrativas (nuevas sedes de dependencias del gobierno local, estatal y/o nacional), generando nuevas centralidades. Antes de ese proceso la centralidad urbana y la centralidad histórica tendían a coincidir en la ciudad y, de hecho, en general hasta comienzos de ese siglo, lo que ahora llamamos “centros históricos” constituía toda la ciudad. En México los centros históricos son considerados los puntos más importantes de las ciudades porque conservan la memoria histórica e identidad de la población, aunque en la realidad presentan situaciones complejas. En ellos, hay zonas vulnerables a nivel social, urbano y arquitectónico que parecen sitios despoblados, deteriorados y hacinados. Son sectores indeseables que los gobiernos optan por desconocer, o ignorar, y, cuando los consideran, lo hacen con el fin de realizar acciones de “redensificación”, lo cual se traduce en especulación inmobiliaria del patrimonio, sin consultar a quienes habitan los barrios tradicionales y son el verdadero patrimonio cultural y humano que nos da una identidad.
Cuando se escribe o se habla de las antiguas construcciones de nuestra bella Toluca, siempre se destacan y rememoran las bellas casonas, de cual o tal estilo arquitectónico. Se recuerda a las familias que las construyeron y a las que ahí viven, resaltando las vivencias y actos de los personajes, así como las influencias que tuvieron en su época para destacar en la historia. Pocos toluqueños recuerdan a las menospreciadas, pero también famosas vecindades que, sin lugar a dudas albergaron, en precaria forma, a las familias siempre numerosas de los trabajadores que fueron los que, mediante bajos sueldos, colaboraron al desarrollo de la ciudad. Porque en esas vecindades vivieron y procrearon a sus descendientes también grandes personalidades de hoy en día, así, de igual forma obreros, mecánicos, albañiles, carpinteros, panaderos, herreros, etc. A finales del siglo XIX y principios del XX, se fueron construyendo varias vecindades en algunos corralones quedando en la actualidad solamente ruinas, sobre todo a las que voy a mencionar en este escrito; como es el caso de la “Vecindad de El Hoyo” ubicada en Humboldt esquina con León Guzmán, colonia Santa Clara; cuya fachada norte estaba en pie hasta hace unos 4 meses cayéndose esta por el deterioro del tiempo (León Guzmán). Otra que aquí recordamos y muy conocida es la ya desaparecida “Vecindad de Parras”, demolida entre los años 1952-1953, cuya ubicación fue en la avenida Independencia (otrora calle Real) entre las calles de Pino Suárez y Humboldt, llegando a la calle de Guerrero hoy primero de mayo, en ese entonces junto al acceso sobre Guerrero, de esta famosa vecindad se ubicaba también la famosa panadería La Guadalupana (hoy Karsapan), reubicada actualmente en avenida Hidalgo junto a las casas que fueron habitadas por las estimadas y conocidas familias toluqueñas Saguez Hernández y Torre Hernández.
La vecindad de Parras contaba con 24 viviendas del lado oriente y 24 del lado poniente, cada una con dos cuartos y una improvisada cocina de anafre. El patio era empedrado y en el centro como casi todas las vecindades se encontraban los lavaderos con su gran pileta, así como a un lado de estos, se encontraban los excusados que servían para toda la colectividad. Por cierto, que en ese patio había unos viejos troncos de árboles llamados “Las Parras” de ahí el nombre que se le dio a esta conocida vecindad. Un sobreviviente de esta vecindad recuerda que entre los numerosos habitantes se encontraban músicos y alguno que otro que le hacía a la cantada, de igual manera curanderos de entre ellos un destacado quesero y la infaltable yerbera que le decían Doña Inés y que siempre estuvo dispuestas para realizarles toda clase de limpias, este sobreviviente también comentaba que todos muy amistosamente convivían, entre compadrazgos y departiendo fiestas de cumpleaños y aniversarios de bodas, fiestas más grandes como eran el 3 de mayo, posadas donde se realizaban grandes bailes en el patio. También compartieron momentos tristes y de solidaridad como son los velorios por el lamentable deceso de alguno de los habitantes de este conocido y popular lugar toluqueño.
Recuerdo que entre las conocidas familias toluqueñas propietarios de grandes vecindades fueron las familias Correa y la de don Macario Álvarez.
