En 1933 ocurría en México una de las escenas más importantes de su historia. El movimiento estudiantil de ese año detonaba la ruptura entre los gobiernos llamados revolucionarios y la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM. La autonomía se consagraba y los derechos del alumnado eran inalienables. Tal vez hoy en día dicha autonomía sea cuestionada porque los gobiernos cambian y construyen su imperio con sus propios caprichos, creencias y “reglazos”.
En ese mismo año iniciaba la Segunda Guerra Mundial y el planeta exigía de México una postura firme ante la amenazada de Adolfo Hitler. Sin embargo, bajo sus principios de política pacifista, el presidente Lázaro Cárdenas se pronunció contra la guerra y fijo su postura de neutralidad.
Muchos aseguraban que tal postura era una muestra de resentimiento contra los Estados Unidos y su intromisión en la época de la revolución. Aunque no todo fue paz para México, dos de sus buques fueron hundidos. Habría que prepararse para cualquier cosa. Desde Alemania, Estados Unidos comprometía a México a aliarse. Por ello Ávila Camacho declaró "estado de guerra" y al mismo tiempo dio inició a la ley del servicio militar para los ciudadanos. Mexicanos al grito de guerra dejaría de ser un simple himno para convertirse en un llamado bélico para los mexicanos.
En ese año, la señora Aurora Contreras daba luz a un varón. Roberto, así lo bautizarían. Nacía en este país un súper héroe cuya misión iría acompañada de un peregrinar inmenso de aventuras… Como la canción de Guty Cárdenas, se convertía en ese caminante que vería arder de tarde las alas del Xtacay, y arder de noche los ojos del Cocay, que escucharía el canto triste de la paloma azul, y el grito tembloroso del pájaro Jujuy. Hombre de campo, un jornalero que pisaría como migrante las inmensas tierras de Nogales a Lukeville, Arizona, para labrar un futuro que consolidaría en Toluca, al lado de Pilar, su compañera. Fue un obrero de la General Motors que, en su jubilación, recibiría un reloj de oro por años prestados en sus talleres de torno, mientras que en Mexicaltzingo aprovechaba el tiempo haciendo y reparando muebles de carpintería. Era un gran carpintero. Mejor que “José” –sin duda. Me recuerdo sentado en una viga para darle equilibrio, mientras él la “cepillaba” con su garlopa.
El jardinero de “la Guadalupe”
En Toluca edifico su hogar junto a su familia el La Guadalupe. Un gran patio al interior lo convirtió en su proyecto personal, su hobby, pero era más allá de un simple pasatiempo. Construyó un jardín con flores de colores, moradas, rojas, blancas… y en medio de ellas Pilar, que se sentaba ahí a ver el cielo mientras él la miraba orgulloso, satisfecho. No le cumplía un capricho a “su vieja”, le construía un castillo de flores a su reina.
Mientras este país se envolvía en la cobija del Maximato y la corrupción para construir las inmensas residencias de Reforma y Polanco, para gobernantes, diputados, “caciques” políticos y empresarios. Mientras este país perdía su ideología y la transfugaba a una corriente morena; mientras la violencia y el crimen invaden ciudades y comunidades, aquel hombre de mediana estatura y complexión delgada, se convertía en un súper héroe cuyo poder dedicó a la protección y cuidado de Pilar, Roberto, Noé, Raúl, Patricia, Elizabeth y Pili, y luego extendió sus poderosas alas para cubrir a Luis Roberto, José Miguel, Majo, Marifer, Raúl Fernando, Daniela, Ximena, Pablo y una Pili más.
No habrá nunca mejor ruta para la paz, que las enseñanzas de un verdadero héroe. Lo lograste Pá…Vuela alto al cielo… @raulmandujano