Hoy hablaremos del inmueble de un personaje mexicano, que fuera diputado local, Secretario General de Gobierno, vicegobernador y gobernador del estado de Sonora, gobernador del Distrito Federal, secretario de gobernación y vicepresidente de México entre otros puestos públicos de la época del Porfiriato, escribiré sobre él; por la razón de haber sido bisabuelo y abuelo de una familia no oriunda de Toluca, pero adoptada de corazón desde el año de 1972 en que se instalan en nuestra ciudad; me refiero a la estimada familia Villar Ramos.
Don Ramón Corral Verdugo, nació el 10 de enero de 1854, en la hacienda de Las Mercedes, en Álamos, estado de Sonora, hijo de Fulgencio Corral y María Francisca Verdugo, siendo el primero de los siete hijos que tuvo el matrimonio.
Hombre de ideas muy liberales muy de su época, considerando que el trabajo, la buena administración, pero sobre todo la educación, eran elementos fundamentales para el progreso.
Cuando tenía tres años, se trasladó con sus padres a la Villa de Chínipas, Chihuahua. En 1873 vuelve a la ciudad de Álamos en viaje de negocios, quedándose de fijo y comenzando a figurar como director de los periódicos oposicionistas El Fantasma y la Voz de Álamos.
Ramón, tuvo una larga y controvertida carrera política; el gobernador Torres, le encomendó la Secretaría General de Gobierno en abril de 1879, apoyando el cambio de la capital del estado de Ures a Hermosillo. En este periodo Corral Verdugo, le dio un gran impulso a la educación pública, al responsabilizar por primera vez al gobierno estatal del pago a los maestros, una responsabilidad que antes recaía en los ayuntamientos. En octubre de 1880, también por iniciativa de Corral se creó el primer colegio de instrucción secundaria en el Estado.
Fue electo vicegobernador constitucional para el cuatrienio de 1887-1891, asumiendo las funciones de gobernador del estado de 1895 hasta 1899 con motivo de la licencia de Lorenzo Torres.
A partir de 1887, cuando asumió el puesto de gobernador interino, se puede comentar que desde entonces se convirtió en el amo absoluto de la política en el Estado, el brazo fuerte de la dictadura y el intermediario único y de confianza que Porfirio Díaz tuvo en la clase política sonorense.
En el ámbito nacional, su carrera política la inicio como gobernador del Distrito Federal (1900-1903), posteriormente secretario de Gobernación (1903-1911) y Vicepresidente de la República con don Porfirio Díaz (1904-1911).
Al mismo tiempo que se desarrolló en la política, continúo trabajando con las letras enfocándose al periodismo y a la crónica, destacando entre sus trabajos la entrevista (la cual conserva un valor histórico) que le realizo al indio Cajeme, ya que el mismo Corral lo había apresado.
El joven Ramón Corral, formado en abundantes lecturas y fogueado en el debate constante por sus recurrentes diálogos con Miguel Urrea, había decidido años atrás, defender las ideas liberales y había adquirido un pequeño taller de imprenta y se dedicaba de lleno al periodismo, saltando a la fama en el año de 1872, por reprender en sus escritos al general Ignacio Pesquería García que generó un conflicto entre los poderes Judicial y Legislativo, por la no reelección del gobernador del estado. En sus escritos Corral mostraba gran valor anclado en un discurso de irrestricto respeto a la democracia, presentándose como un sorprendente y adversario político. Al paso de los años, se transformó en un eficiente funcionario bajo la tutela del alcalde de Hermosillo que más tarde se convertiría en su suegro.
Antes de que don Porfirio Díaz fuera exiliado a Paris, Francia; Don Ramón se fue atender un cáncer a Paris; alcanzándolo tiempo después en su exilio don Porfirio Díaz; siendo esta ciudad donde ambos fallecen con una diferencia de tres años. en el mismo panteón parisino de Montparnasse; Don Porfirio originalmente fue sepultado en la iglesia de Saint Honoré d´Eylau, ubicada no muy lejos de su lugar de residencia en Paris, donde tiempo después trasladaron sus restos al cementerio de Montparnasse, en el mismo Paris.
La casa de don Ramón Corral Verdugo y Amparo Escalante en la Calle de Artes:
La sorprendente casa de infancia de Leonor, Amparo, Carmen, Hortensia, Amalia, Elvira, Ramón y Alejandro Corral Escalante se levantó en el año de 1899 para doña Amparo Vélez Escalante Montijo de Corral, por parte del entonces gobernador de estado de Sonora, que a inicios del siglo XIX gobernaría la ciudad de México, para luego ocupar el puesto de secretario de Gobernación y la Vicepresidencia de la República Mexicana.
Don Ramón Corral Verdugo, ubicaría desde 1900, su residencia en el número 76 de la hermosa “Calle de las Artes” de la que había sido colonia de los Arquitectos, siendo hoy en día una vía rápida que rinde homenaje al maestro don Antonio Caso; fundador del Ateneo de la Juventud y parte de la Colonia San Rafael, (en esta calle recuerdo la estación de los turismos México-Toluca).
Como parte del crecimiento de la ciudad y hacia el sur del templo y hospital de San Cosme y San Damián, lindando con la Garita del Calvario, se había planeado desde el año de 1861, un fraccionamiento en los terrenos de doña Josefa de Terreros de Algara y al que se llamaría “Colonia de los Arquitectos”, a cargo de Eduardo García y Francisco Someras que lo urbanizaron a partir de 1862, con la idea de alojar residencias diseñadas por los arquitectos de la Academia de San Carlos.
Al año siguiente, los señores Enrique (Henry) Tron y León Signoret a través de Eduardo García constituyeron una sociedad para la compra en 1890 de una serie de terrenos al norte y poniente de la Garita del Calvario, que incluía el rancho “Cebollón” y fragmentos de la hacienda San Rafael con limites (con nombres contemporáneos) al sur; Sullivan y Parque vía, al norte Ribera de San Cosme; al oriente, la avenida Insurgentes norte; al poniente, la calle dedicada a Gabino Barreda, restricción que luego se extendería hasta la calzada de la Verónica, avenida que luego rendiría homenaje a Melchor Ocampo, que hoy conocemos como Circuito Interior.
Así, gracias al desarrollo de México durante la última década del siglo XIX, la nueva Colonia San Rafael tendría enorme popularidad y en sus terrenos se edificarían sorprendentes viviendas de ecléctica diversidad.
Hago referencia a la imponente casa ocupada por John W. Butler a la cabeza de la “Foreign Methodist Society of México” y servía al templo metodista adyacente, era una creación romántica e historicista que tan en boga estaba durante el cambio de siglo y se había edificado en concordancia con al gusto de la época; podría pensarse que la casa no era particularmente grande, pero al albergar al colegio Sara L. Keen, se puede comentar que si era grande.
A apenas a cuatrocientos metros de donde el gobernador Landa (Distrito Federal), edificaría a partir de 1903 su casa en la esquina de la 2ª calle de Artes y calle de los Inválidos, el aun gobernador de Sonora, Ramón Corral adquiere desde 1898, para su esposa en la colonia San Rafael un terreno con 28 metros de frente-norte a la callé de Artes y poco más de 1,850 m2, sobre el que se edificó una peculiar construcción de ecléctica presencia, a cargo del ingeniero Ernesto R. Canseco; en algún momento se agregó a ese predio original un segundo terreno, con frente a la calle sur-Sadi Carnot con 790 m2 que serviría de jardín y que había sido parte de la propiedad que en 1862 había reservado para sí, el jalapeño don Francisco Somera.
Que mejor manera de llegar a casa que travesar el Paseo de la Reforma, admirar la escultura dedicada a Cristóbal Colon y tomar la calle de las Artes, ¡detrás del café Colón...!
Ha sido complejo establecer la autoría del diseño y ejecución de la casa, ya que de Ernesto R. Canseco hay poca información, aunque su trabajo haya sido relevante al colaborar con el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo para ejecutar la fábrica de cigarros del Buen Tono y tener en su haber un importante número de casas, en especial edificadas en la naciente Colonia Roma.
En cuanto a la distribución interior, solo diré que es de lo más bien logrado que pudo encontrarse en México, los salones armoniosos, distinguiéndose especialmente el del recibidor, que tenía la vista hacia la calle y amueblado al estilo Luis XV.
En el vestíbulo principal se le atribuyen connotaciones funcionales, se vuelve a hacer presente el eclecticismo del conjunto, donde frente a la chimenea de inspiración renacentista francesa, se agregaron columnas de orden corinto, escalera victoriana, tapetes orientales y piano alemán, así como mesas sillones y macetas de amplísima derivación estilística.
La suntuosa escalera de cantera del acceso principal seria rampa donde en diversas ocasiones fueron captadas personalidades del mundo político mexicano teniendo como ejemplos captados en una ocasión el ministro de Hacienda José Y. Limantour y al mismo Corral saliendo de la casa a su toma de posesión ya que en 1904 se había reformado la Constitución creándose la Vicepresidencia de la Republica, así Corral fue electo junto con Porfirio Díaz para el sexenio 1904-1910. En este momento las noticias de la época informaban de presiones por parte de los inversionistas extranjeros, que recomendaban un personaje hábil y capaz, pero más joven que don Porfirio por si fallara su salud; para esta época Díaz contaba ya con 74 años, mientras que Corral apenas llegaba a los 50.
Es en este contexto y a la edificación de la casa, fueron elementos que permitieron a don Ramón Corral integrarse rápidamente a la maquinaria de la sociedad capitalina transformándose en eje de la vida para sus hijos y esposa; doña Amparo Escalante de Corral, mujer de reconocida vivacidad y belleza; era la tercera hija de don Vicente Vélez Escalante Rodríguez, alcalde de Hermosillo y acaudalado comerciante sonorense y María del Carmen Montijo Cervantes, reconocida como una de las bellezas nacionales del siglo XIX, comparada frecuentemente con la zarina Alexandra Románova; y considerándose un factor indispensable para la carrera de don Ramón, ya que la presencia de doña Amparo, para muchos ejerció una influencia importante en su marido, que se ha comparado al influjo refinador que, Carmen Romero Rubio de Díaz que tuvo sobre el presidente.
Amparo quien su padre en once ocasiones fuera alcalde de Hermosillo, Sonora, había tenido una refinada educación en el sur de los Estados Unidos, formación que fue clave en el desarrollo de la familia Corral y en la trama que se desarrollaba tras bambalinas la familia, insistiendo en una minuciosa educación para sus hijos, incluidas las mujeres cosa que sorprendió a propios y extraños.
Para el año de 1900, Corral al integrarse al gabinete presidencial, engrano en la maquinaria, primero como gobernador del Distrito Federal sustituyendo a Guillermo Landa y Escandón, tiempo después ministro de gobernación; integrándose rápidamente al grupo que con el paso del tiempo, se llamaría “Los cien tísicos” y mudo definitivamente su residencia a la ciudad de México; así que, no resulta extraño que Corral escogiera la Calle de las Artes como sitio para edificar su nueva residencia, sobre todo si consideramos que apenas a unas calles y en esa misma línea estaría la casa de don Guillermo Landa y Escandón; y poco más al oriente, apenas unos 1,500 metros más adelante se encontraba la casa del propio general Porfirio Díaz, donde aquella calle, hoy en día se llama Venustiano Carranza.
Nos comenta su bisnieta Laura que el matrimonio Corral Escalante concibieron once hijos; Leonor Corral Escalante, casada el 16 de octubre de 1918 con José Abiega Frías; Amparo Corral Escalante, casada el 8 de abril de 1911 con Guillermo Obregón Gómez Vélez; Carmen Corral Escalante, casada con Manuel Ramón Sauri (abuelos de mi gran amiga Laura Villar Ramos); Hortensia Corral Escalante, casada el 27 de mayo de 1920 con Federico Antillón Castañeda; ya nacida en México, Amalia Corral Escalante, casada el 28 de febrero de 1924 con Rafael Ramos Urrea; Elvira Corral Escalante casada con Rafael Izabal Monteverde; Alejandro Corral Escalante, casado con María Camou Loaiza; Ramón Corral Escalante, casado con Guadalupe Canalizo y Enrique y Alfonso Corral Escalante que fallecieron en la infancia.
Aclara también su bisnieta, que la hija del matrimonio Corral Escalante de nombre Carmen (abuela de los Villar Ramos) era tan allegada a su padre que fue la administradora de la residencia familiar, ya que le mostraba un gran cariño y apego.
Por lo anterior, en referencia al inmueble; la volumetría corresponde a la tradición de vanguardia en el momento, presentando un edificio como una villa o quinta toscana de descanso con dos pisos completos y un semisótano, que integra elementos de inspiración historicista que van desde un torreón de mirador triforado y remate de manera de un campanile toscano, y y que arranca de unos potentes arcos de medio punto que conforman el pórtico central para el acceso ceremonial a la casa, hasta una torre circular con remate-mirador y techo cónico de inspiración romántica, pasando por el volumen de habitaciones principales, con elementos gotizantes y rematado por un techo inclinado y con pináculos a la manera francesa.
Me permito citar una nota publicada en 1908 en “El Mundo Ilustrado”:
“El Palacio de los Sres. Corral ha venido embellecer en alto grado aquel aristocrático rumbo de la metrópoli, donde tantas y tan suntuosas residencias tienen su asiento. Y decimos que ha venido a embellecerlo, porque su estilo arquitectónico y los materiales empleados en la obra, hacen de ella una de las primeras que ahí existen. Su fachada, de cantera rosa y morada, es muy artística; luce en ella en tosa su incomparable opulencia el estilo romano, contribuyendo a hacerla mucho más hermosa dos torreones que la coronan, y que corresponden: uno a la entrada principal, y el otro al ángulo oriente norte. El ángulo poniente norte esta rematado por una mansarda que resalta notablemente el buen efecto del conjunto, y que forma un tercer piso”.
El conocido y estimado matrimonio toluqueño por adopción de Doña Teresa Ramos Corral de Villar (qepd) y Rafael Villar Mirón (qepd), (asentados en nuestra Toluca en el año de 1972) procrearon 4 hijos; Teresa, María de la Luz, Laura y Rafael Villar Ramos.
Crónica dedicada a mi estimada familia Toluqueña por adopción Villar Ramos; en especial a mi amiga Laura, bisnieta de don Ramón Corral Verdugo y Amparo Escalante de Corral.