Ha comenzado la temporada de informes municipales y por todo el estado los funcionarios públicos se dan a la tarea de realizar eventos políticos. Cada uno, según su estilo y tradiciones, convoca a las y los ciudadanos simpatizantes de su gestión y la movilización no se hace esperar. Todo este movimiento ocurre cuando están en puerta la designación de las y los candidatos para integrar los próximos ayuntamientos y, por supuesto, cada quien se apresta a ser la o el “bueno” para ser considerado en la reelección.
Llamó mi atención el formato del informe que presentó Fernando Flores, presidente municipal de Metepec, donde dio crédito a todas las personas servidoras públicas que lo acompañan en su administración, o mejor dicho, casi a todas, porque faltó reconocer también al máximo órgano colegiado de gobierno, llamado ayuntamiento, integrado por síndica y regidores. Como sea, de ese reconocimiento a quienes trabajan en el gobierno municipal al servicio de las y los ciudadanos, surge este texto.
Andrés Oppenheimer, en su libro Cómo salir del pozo, dice que el trabajo es una de las principales causas de la infelicidad de los seres humanos y se nota en que la ansiedad, la tristeza, el enojo, la preocupación o el dolor que sufrimos a diario se ha incrementado entre el 24 y el 33% por el descontento laboral. Cuenta el autor que, de acuerdo con las encuestas realizadas por Gallup en todo el mundo, solo el 20% de la gente se siente estimulada por su trabajo, mientras que el 62% se siente indiferente y el 18% miserable. Estas cifras muestran que la gente no disfruta del lugar donde trabaja, situación verdaderamente grave si consideramos que el tiempo que pasamos allí llega a representar aproximadamente 115,704 horas de la vida, o sea, 13 años completos.
Los gobiernos algunas veces miden el desempleo, pero no miden el malestar (insatisfacción) laboral que, junto con el hambre y la soledad, es el elemento que más hace subir los niveles de infelicidad. El CEO de Gallup de apellido Clifton dice dos cosas importantes. Primero, que las empresas deben buscar que la gente se sienta tratada con respeto por sus jefes, que sientan que tienen la oportunidad de hacer mejor lo que hacen y, segundo, que las empresas que escuchan más a sus empleados, especialmente en sus exigencias de mejora, obtienen óptimos resultados.
Cuando en un gobierno municipal, o de cualquier ámbito, los empleados no saben qué se espera de ellos, no se sienten valorados en su quehacer cotidiano y no alcanzan las metas esperadas puesto que las desconocen. Los gobiernos, por lo tanto, harían bien en escuchar más a sus trabajadores. Esto se ha notado en muchas alcaldías, sobre todo después de la pandemia, donde se incrementó el contacto social y las personas servidoras públicas tienen claro el sentido y el propósito de su trabajo.
Empresas importantes como Manpower (empresa global de contrataciones), con 19 mil empleados en el mundo, crearon un comité de la felicidad que desarrolla “academias” para las y los trabajadores con el objetivo de evitar el agotamiento. En estos espacios de convivencia, las personas tienen actividades como yoga, meditación y cocina. Esto les ha permitido crear un vínculo entre jefes y empleados. Además, realizan encuestas bianuales que les permiten modificar y afinar sus políticas internas para incrementar el bienestar de sus empleados.
Como es sabido, cuando suele haber una renuncia no se da propiamente por la compañía, sino, en una gran cantidad de casos, por los jefes. Todos los resultados buenos y malos, como revisar los planes anuales, deben ser compartidos entre trabajadores y directivo. Qué importante sería que en la administración pública se instrumentaran dinámicas parecidas. La empresa Google dio ejemplo al crear Googlegeist, como mecanismo para que los empleados ayuden a decidir el destino de la compañía, los salarios o la relación (buen trato) con los jefes, crearon un ambiente en el que todos entienden que la empresa tiene un rol para un mundo mejor. Incluso establecieron el Memegen, una plataforma donde los empleados publican sus inconformidades con sarcasmo y humor, situación que permite interpretar mejor su sentir. Cuando somos jefes, debemos darnos a la tarea de medir la satisfacción de la gente que trabaja con nosotros y ser más corresponsables en la retribución que obtienen de su trabajo, no solo monetaria, y esto será un bono significativo para ellos.
En el mundo existen diversos movimientos que buscan un mejor comportamiento de las empresas y los gobiernos hacia sus trabajadores. Por ejemplo, Muhammad Yunus, premio Nobel de la paz en 2006, lidera una cruzada de “empresas sociales”; esto les ha permitido dedicarse a resolver problemas sociales y tener ingresos disponibles para tratar mejor a sus empleados. Otra organización, llamada Movimiento B, conocida en Estados Unidos y Europa como B Lab, otorga certificados de buena conducta a las empresas. En su arranque en México ya registra 48 empresas certificadas, aunque no son de las 500 más grandes. También puede incluir gobiernos, sean nacionales o subnacionales.
Vamos a proponer a presidentas y presidentes municipales que evalúen la satisfacción de las personas que trabajan para nosotros y que hagan corresponsables a quienes tengan un cargo de jefes de que sus colaboradores se sientan entusiasmados con su empleo. Realizar estas mediciones permitiría tomar decisiones que mejoren las condiciones en las que las personas servidoras públicas se desempeñan. Solo agrego que estas mediciones deben llevarse a cabo en diversos momentos del año y no únicamente cuando hay aguinaldos.
El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.