Gobernadores del estado después del doctor Gustavo Baz Prada.
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Gobernadores del estado después del doctor Gustavo Baz Prada.

Lunes, 23 Septiembre 2024 00:15 Escrito por 

Hoy hablaremos de los gobernadores que sucedieron al general Gustavo Baz Prada después de 1915.

Empezaremos a comentar que el 25 de octubre de 1915 concluía la aventura revolucionaria del joven estudiante de médico, Gustavo Baz. El general Juan de la Luz Romero, de la división comandada por Pablo González, espero al exgobernador zapatista, que así daba fin a brillante etapa de su juventud, quizá convencido de que las huestes de miserables peones insurrectos nunca triunfarían.

Cuando salieron de Toluca los zapatistas para no volver jamás, al menos como facción revolucionaria, la ciudad cayó en poder del Ejército Constitucionalista. Ya hemos comentado que el general Juan de la Luz Romero, fue el encargado de recibir la rendición del general Gustavo Baz, que en Temascaltepec convenció a ciertos de sus partidarios para que se rindieran. Entre esos partidarios que se entregaron a los carrancistas, con la condición de ser reconocidos en sus grados militares, se encontró el entonces mayor Félix Hernández, padre de Mercurio (diputado suplente de mi padre don Juan de Dios Ozuna Pérez) de Dámaso y del coronel Félix Hernández quien tiempo después estuvo al frente de la Dirección General de Policía y Tránsito del Gobierno del Estado. El general Gustavo Baz se encaminó, a la ciudad de México, sin el propósito de volver a ocuparse de política, al menos mientras no terminara sus estudios de médico.

 

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El general y licenciado Pascual Morales y Molina, que había sido profesor del Instituto Literario del Estado y juez letrado en la ciudad, vino con Pablo González, jefe de la división de oriente. Pascual Morales, desde los primeros días de la Revolución, en 1910, se encontraba trabajando en el norte del país, donde hizo amistad con don Jesús Carranza, de manera que llegó a ser jefe de su estado mayor. En 1914 Pascual Morales y Molina combatió, junto con el jefe de su división en Juchitepec, Oaxaca, donde perdió la vida traicioneramente el hermano de don Venustiano Carranza, escapando por milagro Pascual Morales. Siendo de toda confianza del primer jefe, don Venustiano Carranza, fue nombrado gobernador interino provisional, no sin que los toluqueños se enojaran un poco con quien se conducía con cierto aire de superioridad. Acontecía, en efecto, que Pascual Morales recordaba a todos y cada uno de sus antiguos colegas y conocía su actitud servil ante Fernando González y ante Porfirio Díaz; recordando que los maestros del Instituto no habían ayudado sino en número muy reducido a la Revolución, eso lo exasperaba. En una carta testimonial comenta que ya conoce la mentalidad servil del fulano de tal que, como los otros profesores del Instituto, no se han servido, sino para adular a los porfiristas y latifundistas, que son la plaga de Toluca.

Después de Pascual Morales y Molina, que estuvo al frente del Estado casi un año, fue nombrado gobernador el general y doctor Rafael Cepeda, que había llegado a Toluca con su brigada de juchitecos. Estuvo al frente de los destinos del estado hasta principios de 1917, en que fue sustituido por el general Carlos Tejada, el que desempeñó el cargo de gobernador preconstitucional hasta 1917, en que se presentó, ya promulgada la Constitución de 1917, el general Agustín Millán. Durante el periodo del general Carlos Tejada hubo dos hechos que perturbaron la vida tranquila del estado. El primero consistió en la existencia de las masas campesinas que reclamaban se cumpliera la ley del 6 de enero de 1915 promulgada por don Carranza. Los vecinos de Ixtlahuaca y particularmente de las haciendas de Enyege, de Mostajé y de otras partes exigían que les dieran las tierras que los revolucionarios prometían. Otro aspecto de la situación eran las huelgas obreras. En El Oro los obreros, en número muy importante, exigían mejores salarios y mejores condiciones de vida lanzándose a un movimiento que causó alarma. Los obreros textiles también paralizaron algunas fábricas y exigieron que el gobernador interviniera para que se les pagara más y se les garantizara la jornada de ocho horas. Respecto al movimiento agrario, el general Tejada casi no sabía qué hacer. La comisión agraria mixta se embromaba en el papeleo, sin resolver nada, mientras los representantes de los pueblos acudían día a día al Palacio de Gobierno en demanda de tierras, ya prometidas por la ley.

 

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Otro hecho grave, además, era el terrible azote de la influenza española. En menos de un año, entre octubre de 1916 y agosto de 1917, murieron en el Estado de México, según cálculos muy conservadores, 18,000 personas víctimas del terrible mal. Los Portales y el jardín de los Mártires eran ahora como aduares. Venían de los pueblos de Tequisquiapan y Real de Arriba los evacuados y no teniendo donde acampar se sentaban en los portales o en la orilla del jardín, y ahí esperaban una limosna que nadie daba, o la muerte por inedia como era frecuente. Niños y mujeres, no menos que adultos, parecían ante la vista de la población, que sufría el azote de la carestía de la vida, la escasez de maíz y la influenza española. Fueron los tiempos del general Carlos Tejada malos para la población del estado de México, que comenzó a salir de la desdicha casi hasta el año de 1918 en que soñaban los vecinos que retornaran los días de la paz porfiriana.

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Gerardo R. Ozuna

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