El miércoles 5 de febrero el chofer de un autobús de pasajeros de la línea CTTSA, con número económico 811, que circulaba sobre Heriberto Enríquez, esquina con Tollocan, en la ciudad de Toluca, embistió a una motocicleta que prestaba el servicio de transporte público, en la que viajaba Lesly, quién resultó afectada por el percance; el chofer responsable, bajó a los pasajeros de su unidad para darse a la fuga aprovechando la confusión, al hacerlo, se echó de reversa pasando por encima de la joven quien murió minutos después de ingresar al hospital, presentando fractura de cráneo.
Lesly Rosas, joven de 22 años de edad, recién había terminado de estudiar la carrera en Psicología; la universitaria, viajaba a bordo de la motocicleta que prestaba el servicio de transporte público cuando el autobús se les fue encima. Fueron los mismos usuarios quienes grabaron e intentaron detener al chofer responsable, para que respondiera por su imprudencia, ya que, aseguran, conducía a exceso de velocidad por “irse peleando el pasaje con otro autobús”, pero no lo lograron.
También señalaron los testigos, que el conductor jamás se preocupó por auxiliar a la joven; las imágenes del chofer se hicieron virales, a pesar de ello, aún no ha sido localizado. Como consecuencia, la familia de la joven no encuentra consuelo y, deshecha, busca por todas partes ayuda, lamentando la muerte de Lesly. Al darse a conocer la noticia, miles de personas han firmado la petición de justicia por medio de la plataforma que se dedica a ese fin.
Uno de los aspectos que ha generado mayor indignación, es el hecho de saber que el responsable no se preocupó por ofrecer auxilio a la Lesly, y que demás, se haya echado de reversa y sin remordimiento alguno, pasó el pesado vehículo por encima del cuerpo de la joven, de acuerdo al dicho de los testigos.
Éste lamentable evento se suma a muchos otros, como el que ocurrió la noche del domingo 24 de noviembre del año próximo pasado, en el que fueron atropelladas una menor y su madre, en las calles Sebastián Lerdo de Tejada, esquina con Fray José de San Alberto, cerca de Ciudad Universitaria, en éste, falleció la menor; los incidentes como el señalado se han venido multiplicando a través de los años, sin que eso cambie; lo que deja como evidencia que no se ha hecho nada, o se ha hecho muy poco para regular al sistema de transporte en la ciudad capital del Estado de México.
Los accidentes más recientes, son fiel testimonio del peligro que representa un servicio de transporte público al que no se le ha querido reglamentar como debería ser. Para tener una idea, el recuento que hizo este medio, que se puede consultar en la siguiente liga: Atropellamientos mortales en Valle de Toluca: Un problema en crecimiento demuestran que existe una escalada sin freno del descuido que sufre el servicio del transporte público, pero, y hay que decirlo también, la misma autoridad se vuelve corresponsable por ser omisa para encontrar soluciones.
Es importante señalar que los accidentes fatales en los que se ven involucrados autobuses del servicio público de pasajeros, han sido motivo de reuniones y pláticas entre transportistas con la autoridad estatal encargada de regular el servicio, que es la Secretaría de Movilidad, antes de Transporte; al respecto, la dependencia únicamente se ha limitado en imponer sanciones y penalizaciones, pero, como se podrá constatar, no ha sido para nada suficiente.
Por eso, es importante señalar que con cada cambio de administración estatal imponen nuevas ideas, por creer que son mejores, tal vez, pero inevitablemente dejan de lado proyectos que parecen bien planteados y que fueron enriquecidos, en su momento con la participación de los transportistas, representados por Odilón López Nava, delegado estatal de la Cámara Nacional de Autotransporte de Pasaje y Turismo del Estado de México (Canapat). El delegado ha acompañado a los diferentes titulares de la secretaria, a los que por cierto, no deja de pedir su ayuda para que realicen las gestiones necesarias y sea atendido el problema de seguridad, que en la zona norte de Toluca se ha convertido en un foco rojo de delincuencia para el transporte público, pero tampoco ha sido resuelta.
Para los ciudadanos, quienes son las verdaderas víctimas por correr peligro, tanto como usuarios, por la conducción desordenada de choferes inexpertos o con poca precaución; como por la inseguridad. Transportistas y gobierno quedan a deber a éstos, quienes no tienen mayor apoyo que el que puedan obtener por marchas y manifestaciones de la misma sociedad y que se han venido dando ante esta condición, pero ¿la solución?: brilla por su ausencia.
Debido a la soberbia que acompaña constantemente a los titulares de la dependencia, no les permite revisar las propuestas que han quedado en el cajón del olvido y que podrían mejorar el servicio de transporte; por eso, no es raro que el proyecto que proponía la unión de líneas y una distribución coherentes de paradas y entronques para tener un sistema bien organizado orientado en lograr en todo lo posible, las locas carreras por el pasaje y que han sido consecuencia, entre otras, de los desenlaces mortales de los usuarios o peatones.
A lo anterior, debe sumarse que: ni los autobuses, ni los taxis colectivos, ni las motocicletas, pueden ofrecer un servicio seguro, reduciendo los accidentes a su mínima expresión, o esperar que hagan algo para que baje la incidencia de robo o la comisión de algún otro delito que se cometen a bordo de las unidades del transporte.
La exigencia por la colocación de cámaras, o el botón de pánico por ejemplo, son tan solo placebos momentáneos que contribuyen a enaltecer el ego del funcionario en turno, porque en la foto se les ve sonrientes y satisfechos, pensando tal vez que han descubierto el hilo negro o el agua tibia, pero los hechos lamentables siguen sucediendo; la inseguridad sigue acechando al chofer y pasaje, la poca atención en llevar a cabo un decidido y unificado criterio para regular a los transportistas, también; una ciudad no solo es insegura por los criminales, sino por quienes deberían ofrecer un servicio sin riesgo.
Cualquiera puede constatar el desorden de la conducción de los choferes del transporte público: en el cruce de Heriberto Enríquez y Paseo Tollocan, en donde, sin importarles nada, los conductores de las diferentes líneas, arrancan como autos de carreras invadiendo el sentido contrario para ganar el semáforo y avanzar sobre Tollocan, poniendo en peligro a quien se cruce en su frenético camino.
Mientras “algo” sucede, “lo que sea”, para resolver el problema; puede estar la autoridad, cómodamente en sus sillones con respaldo plegable, y el representante transportista también, mientras que los ciudadanos seguirán contribuyendo a una sangrienta lista de hechos de tránsito y asaltos, o conformándose con la aplicación de exámenes pírricos, exigidos para obtener la acreditación de un curso que solo ellos saben si tomaron, y un tarjetón, que más parece una licencia para conducir autos de carreras. Hasta entonces, seguirán habiendo mensajes como el del padre de Lesly: “Mi tranquilidad y mi paz se murieron cuando se paró el corazón de mi hija y no hay quien me ayude, les pido a las autoridades que por favor hagan su trabajo”.