Hoy hablaremos de un personaje oriundo del bello municipio de Tenancingo, Estado de México; donde su vida tendría que empezar a ser contada siempre en el aquí y el ahora, pero sería el cuento de nunca acabar. Él siempre fue más adelante que sus espectadores, críticos y/o cronistas; comentaremos del gran muralista, pintor y escultor Leopoldo Flores Valdez.
Elaboraremos una cronología del gran Leopoldo nacido el 15 de enero de 1934 en la población de San Simonito; Tenancingo de Degollado, Estado de México. Desde temprana edad descubrió que el camino de la pintura era el que conduciría su proyecto de vida. Como estudiante de “La Esmeralda”, en el año de 1962, obtiene una beca para estudiar en la “Escuela Superior de Bellas Artes” en Paris, Francia, ciudad de la que se enamoró y le abrió las puertas para que su arte se presentara en diversas exposiciones colectivas. Al regreso de su andar como artista se fue iluminando y asimismo empezó a maravillar a sus espectadores, es por ello que en el año de 1968 expone en el Palacio de Bellas Artes durante el Festival Solar de la XIX Olimpiada celebrada en nuestro país, y así su trabajo empieza a continuar de manera constante hasta el último día de su vida.
Desarrolló su trabajo en respuesta al tradicional discurso de los muralistas mexicanos donde la exhibición de sus principales obras fue de difícil acceso para cumplir su función didáctica. En ese contexto, su obra el Cosmo Vitral (1980) ubicado en el corazón de nuestra bella Toluca; se define como un nuevo muralismo; donde el total de la sociedad tuviera acceso a un espacio artístico, sin necesidad de entrar propiamente en él.
La aportación de Leopoldo, a la plástica mexicana solo puede ser comprendida desde su compromiso con los movimientos sociales característicos de los convulsionados tiempos modernos. Desde su vuelta a nuestro país (México), después de haber concluido sus estudios en Francia, la producción plástica de Flores superó la territorialidad nacionalista para hacer de su discurso visual, un posicionamiento agudo, incrustado en un concierto hemisférico del poder contemporáneo. Desde 1967 hizo quemar libros, cuadros y libretas para mandar sus cenizas para Vietnam en favor de la paz. Más tarde en 1972, enrojeció la Plaza de los Mártires de Toluca con su exposición 100 hecatombes, la cual fue una franca respuesta a los acontecimientos trágicos de Tlatelolco en 1968, y el llamado “Halconazo” en el Instituto Politécnico Nacional de 1971.
La crítica de arte, adicta a la adoración de la plástica tradicional, ha reconocido en Leopoldo una reconceptualización de la estética mexicana.
Por medio de instalaciones, happenings, performances, murales pancarta y acciones de intervención política el artista hizo valer la reconfiguración del discurso visual mexicano desde principios de los años setenta del pasado siglo XX. Como ejemplo sobresale el desfile del Día del Trabajo del año de 1977, donde miembros de los diversos sindicatos laborales de la entidad, hicieron mostrar su indignación con audaces ilustraciones de halcones, cerdos, perros y todos aquellos animales impuros de la ideología de protesta; Flores había rebasado la línea esteticista del pintor cortesano para hacer suyo el compromiso social del hombre hecho activista cultural.
Las aportaciones que tuvo Leopoldo a la infraestructura cultural del Estado de México son elocuentes: desde la creación de la primera Casa de Cultura en 1969, donde fundó en el país la primera sala de Arte Moderno (1973), hasta su participación en el proyecto del Centro Cultural Mexiquense (1987), donde se crearía el Museo de Arte Moderno del que fuera su primer director.
En el siglo XXI, Leopoldo Flores no hizo a un lado su aguda postura contra las laceraciones de los poderes contemporáneos.
En el año de 2004 tras los atentados del “11-M” en España, inmediatamente inauguró el mural Acción Caos mediante un discurso visual donde un suicida se hace estallar y la tecnología de guerra, arrasa con guerrilleros defendiéndose con hordas y piedras. Todavía en el año de 2001 el envenenamiento del Golfo de México a manos de la British Petroleum fue fijado en la exposición Mares; con lienzos que denunciaron mares negros, amarillos, azules, reflejo de la contaminación al ecosistema.
En relación a lo anterior en la ciudad de Toluca donde se encuentra la gran parte de su cuantiosa obra; entre lo que encontramos de murales fijos están: El Hombre Contemporáneo, ubicado en el Hotel Plaza Morelos (propiedad del licenciado César Pavón, qepd); El Hombre contemplando al Hombre, ubicado en el Palacio del Poder Legislativo; en el año de 1985 pinta Alianza de las Culturas dentro del edificio de la Alianza Francesa ubicado en Aquiles Serdán a un costado del majestuoso Teatro Morelos; El Hombre Universal en el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales de la UAEMex (otrora UAEM); de 1991 a 1992 pinta En Búsqueda de la Justicia, en la Fiscalía General del Estado (otrora Procuraduría); y diez años más tarde dentro del Colegio Mexiquense realiza. ¿De qué color es el Principio? Incursiona también en la escultura con la obra Tocando el Sol que se encuentra en el edificio de rectoría de la UAEMex, (1995).
En nuestra ciudad existen dos grandiosas obras que merecen todo tipo de reconocimiento, ya que se realizaron mediante técnicas y formatos diferentes a los establecidos de forma convencional. Por un lado, el referente y emblemático Cosmovitral, obra que ha servido de identidad a Toluca y al Estado de México, ubicado entre las calles de Lerdo, Rayón y Aquiles Serdán en el centro de Toluca.
El inmueble en referencia empezó su construcción en el año de 1908 e inaugurándose en el año de 1933 como mercado 16 de Septiembre o del Carmen, el cual funcionó aproximadamente 40 años. Cuando en la administración municipal del estimado y honorable licenciado Arturo Martínez Legorreta reubica el mercado en Paseo Tollocan; la estructura de este edificio es de una planta rectangular de tipo art noveau (porfirista), cuyo eje mayor corre en el sentido del paso del sol; en un cuarenta por ciento de su alzado es de cantera y el resto ocupado por los vitrales. Tiene un espacio interior de unos 5 mil metros cuadrados cubiertos en su totalidad. Debido a su luminosidad y temperatura proporciona condiciones muy propicias para el uso actual que tiene el jardín botánico.
El autor del diseño plástico del vitral es el mismo Leopoldo Flores, girando el tema en torno de la solución dialéctica a las dualidades y antagonías universales. La obra se inició en el año de 1978 y se inauguró el 5 de julio de 1980 con una extensión aproximada de 3 mil 200 metros cuadrados de vitral compuesta por 40 módulos perimetrales. Esta obra es una secuencia figurativa sin principio y fin, es un ciclo cuya contemplación se puede iniciar por cualquiera de sus partes. De un lado se encuentra el amanecer, la luz radiante de la aurora, mientras que del lado opuesto esta la obscuridad de la noche. También es perceptible la oposición entre la vida y la muerte, entre la creación y la destrucción, entre el bien y el mal.
La otra obra emblemática se encuentra sobre las rocas del Cerro de Coatepec y la gradería del Estadio Universitario de la UAEMex (otrora UAEM), donde Flores lleva una obra clasificada dentro del Land Art “Atmosfera”, ya que el artista hace parte de la obra la propia naturaleza, los colores que el medio ambiente aporta dentro de la paleta de color. El tema central es el nacimiento de la luz representado por un hombre que emerge del suelo y sube con miras a tocar el cielo. Para su realización se requirió de la participación del público, el espectador acude al lugar con brocha en mano para convertirse en parte activa de la obra. Leopoldo demostró que el arte no debe ser encerrado en las paredes de una galería como disposición de un sector de la sociedad, el arte se abre y comienza el movimiento y lo llamó “Arte Abierto”.
Es constante en la obra del artista la representación del hombre. Sin embargo, su preocupación no fue la de pintar al hombre solo en relación con sus iguales o con el ambiente natural, sino que plasma su parte negativa. Denuncia sus problemas sociales, los que desembocan en una agresión del hombre hacia el mismo, de las pasiones que consumen a la humanidad. Él fue también un hombre de pasiones, pero esa fuerza la transformó en arte, en expresiones de lucha. Sus inquietudes se expresan en series como lo mencione anteriormente Cien Hecatombes (1972), El Hilo de Ariadna (1983) en que retoma el mito del Minotauro hambriento, llevándolo a la época actual, en que el hombre se convierte en bestia antropófaga. Los mural-pancarta fueron trasmisores de su denuncia social con títulos como “A la Opinión Pública” (1973); “Incluso la Serie de los Cristos” (1994) tiene esta relación, al presentar a un ser convertido en el salvador de una humanidad que se destruye a sí misma.
Críticos como Raquel Tibol, Antonio Rodríguez y Bertha Taracena han escrito sobre la obra de Flores y sus logros en artísticos.
La Universidad Autónoma del Estado de México en el año de 2002, abre sus puertas al “Museo Universitario Leopoldo Flores”, un museo concebido para resguardar su obra, para su difusión, exhibición e investigación. En ese mismo año Flores inicia el mural Periplo plástico en el Museo de Arte Moderno del Centro Cultural Mexiquense de Toluca, terminado en 2005. Simultáneamente en 2002, realiza el mural ¿De qué color es el Principio?; en las instalaciones del Colegio Mexiquense y en el 2004 pinta el mural La Cátedra de la Justicia en la Escuela Judicial del Estado de México.
En el año de 2006, inicia en las instalaciones del Museo Universitario Leopoldo Flores, la creación del Mural Justicia Supremo Poder para el Palacio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ubicado en la ciudad de México mismo que fue inaugurado el 11 de diciembre de 2007.
Del año 2009 al 2010 realizó un mural para el gobierno del Estado de México instalado en la sede del Poder Ejecutivo de la ciudad de Toluca con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana. Para el año de 2012 inicia trabajos en acrílico de una serie intitulada “La gran parvada”.
El artista fue ganador del premio Meztli en 1964, años más tarde, en 1968 con el premio de Adquisición en Pintura otorgado por el IMBA.
La Universidad Autónoma del Estado de México le otorga el Doctorado Honoris Causa por su gran trayectoria como artista.
En 2007 el Cosmovitral Jardín Botánico, fue nominado para ser una de las trece maravillas de México y en el 2008 fue distinguido con el premio Exelcis otorgado por la Global Quality Foundation.
El artista fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson en el año 2000 y para expresar sus sentimientos acerca del tema el pintor elaboró un retrato llamado “Hombre con temblor en la mano izquierda”, Flores se fue a vivir a Cuba para recibir un tratamiento de alta calidad, tiempo después regresa a su ciudad (Toluca) y, sin importar las circunstancias el artista continuó trabajando, elaborando sus murales y retratos.
La poética visual de Leopoldo se distinguió por ser un manifiesto de color de la civilización de sus sueños y de sus pesadillas; verde porque es el color de la naturaleza, el ocre porque es el color de la tierra, azul porque es el resultado de la fricción de los rayos del sol con la atmosfera y el rojo porque toma el color de la sangre.
El gran maestro cierra sus ojos dejando un gran legado a nuestro país, a nuestra patria chica, un 3 de abril de 2016 en nuestra ciudad de Toluca que fue inspiración para sus exitosos murales y otros monumentos.
HISTORIA: Las desmembraciones que afectaron el territorio del Estado de México:
Estas mismas se presentaron como una constante a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Se iniciaron con la creación del Distrito Federal (hoy CDMX) 1824; y la separación de la Ciudad de México (1826) que representó la pérdida de la capital, (cuando la etapa centralista, Tlaxcala fue agregada al departamento de México).
Otras mutilaciones que se podrían considerar decisivas para la economía de la entidad fueron las cercenaciones de los territorios que conformaron la mayor parte de los estados de Guerrero (1849), Hidalgo y Morelos (1869), además algunas poblaciones circunvecinas a la ciudad de México (1855) y la franja de cerca de 2 mil kilómetros (1917) en beneficio del crecimiento de la capital de la República Mexicana.
Ante las decisiones del centro, el Congreso estatal luchó por mantener su capital. Sin embargo encontramos con sorpresa entre el material consultado que no existen textos que se refieran a la actitud defensiva que debió haber mostrado el Congreso respecto a las mutilaciones de Guerrero, Hidalgo y Morelos, de primordial importancia para el estado, tanto en el aspecto político como en el económico y social, puesto que representaban la pérdida de la salida al mar y de productos básicos para su economía, como lo eran la minería, la caña de azúcar y las maderas preciosas, entre otros. Queda pues que sin lugar a dudas fue significativo este proceso histórico de nuestra entidad, esta desmembración territorial.