La matanza

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Publicado en Opinión

La matanza

Miércoles, 02 Octubre 2024 00:10 Escrito por 
Raúl Mandujano Serrano Raúl Mandujano Serrano Desde el Sótano

El periodista recuerda que, en “Días de Guardar”, Carlos Monsiváis describía: “Ametralladoras, bazukas y rifles disolvían la inocencia. Los rostros desencajados reducían a palidez y asco el fin de una prolongada confianza interna: ‘no puede sucedernos, no nos lo merecemos, somos inocentes y somos libres’”…

          Mientras sorbe de su café americano sin azúcar, el escribano continua rememorando la crónica del periodista de los 13 gatos que narraba: “… El zumbido de las balas persistía y hacía retroceder las manifestaciones y las voces de protesta… La gente tocaba con desesperación en la puerta de los departamentos y allí se les recibía desparramándose en el piso. Los detenidos eran registrados y golpeados con puños, culatas y pistolas. Los agentes de policía emitían dictámenes: “A la pared, a la pared”. La inocencia se extinguía entre fogonazos y sollozos, entre chispas y ráfagas…”.

          Desde entonces miles de crónicas han invadido la narrativa intelectual mexicana sobre ese octubre del 68, sobre la matanza de Tlatelolco, de ese rojo amanecer, y es que ocurrió apenas hace 56 años. Quizá por eso el “2 de octubre no se olvida”.

El 1 de septiembre de ese año, al rendir su Cuarto Informe de Gobierno, Gustavo Díaz Ordaz, aquel asesino disfrazado de presidente externaba sobre los hechos: “… hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene su límite y no permitiremos que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo…”

          Nueve años después, en 1977, Díaz Ordaz es designado embajador en España, y ante los medios de prensa declaró: “Se va un mexicano limpio, que no tiene las manos manchadas de sangre. Pero de lo que estoy más orgulloso de esos seis años, es de 1968, porque me permitió servir y salvar al país, les guste o no les guste, con algo más que horas de trabajo burocrático”.

          De aquel 68, los culpables, además de Díaz Ordaz, tienen rostro: Luis Gutiérrez Oropeza jefe del Estado Mayor Presidencial, quien ordenó situar francotiradores en los edificios; Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, quien autorizó disparar contra los estudiantes; Humberto Bermúdez, subjefe del EMP, que suministró de armamento a los “grupos paramilitares”; el ex regente Alfonso Corona del Rosal y por supuesto, todos aquellos subordinados y políticos a quienes este país les tiene guardada en su memoria, una mentada de madre que debería perdurar por los siglos de los siglos…

Gritos en el camión

El 2 de Octubre no se olvida, y tampoco debería olvidarse el 26 de septiembre de 2014. En Iguala hubo otra matanza de estudiantes, de 43 alumnos de la Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, fueron sometidos y secuestrados en un autobús. “¡¿Por qué nos apuntan?!” “¡Estamos desarmados!”… eran los gritos de un estudiante mientras que, junto con otros más, eran sometidos al parecer por policías. Es una grabación en video de aquel día. A 10 años de investigaciones, versiones encontradas, testimonios falsos y torturas, de culpas y excusas, “la verdad histórica” parece más un pretexto político histórico. Nadie sabe nada. Ellos no aparecen.

          El periodista pide su cuenta y mientras, da el último sorbo a esa taza de café. Las marchas, violentas la mayoría, muestran enojo e impotencia. A 10 años de distancia, dicen haber sido “engañados” con discursos. Y así parece. Lo que allí sucedió, en esa fecha y a esa hora quizá nunca se sabrá y esos cuerpos tal vez no se encuentren. Así ocurre con los crímenes de Estado pero, Dios permita a esas familias hallar algún día paz en sus corazones. Hasta otro Sótano. Mi X @raulmandujano

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