Hoy hablaremos de un referente Templo pasionista de tres naves ubicado en el centro histórico de Toluca; San José El Ranchito, sito en avenida Villada esquina con Ramón Corona.
Mecenas del Templo de San José El Ranchito:
Empezaremos a comentar la gestión de la Hacienda: combinación de propiedad española, empresa productiva y población residente de trabajadores agrícolas que germinó lo que sería en los siglos venideros la institución más característica del campo mexicano: La Hacienda.
Entre la congregación pasionista de nuestra bella Toluca y los hacendados de la comarca hubo una estrecha amistad y buena relación que resultó benéfica para los religiosos. Desde su arribo a la ciudad, a donde llegaron por tren el 2 de marzo de 1884, los padres fundadores Pablo Jacinto Greco y Vitaliano Lila vieron la gran cantidad de Haciendas y de Ranchos, así como de poblaciones cercanas que ofrecían “amplio campo para el apostolado”. A los pocos días, la piadosa y rica señorita Teresa Pliego y Berrio, hija de doña Margarita Berrio y José Francisco Pliego y García Figueroa; teniendo como hermanos a Isabel (célibe), Josefa, Vicenta, Mariana, Pedro, Jesús Francisco (murió y Teresita (célibe), les donó parte de su rancho de la Virgen, ubicado a las orillas de la ciudad, cuyo casco constaba solamente de una vieja casa de tres piezas y un troje en donde (los dueños) guardaban sus cosechas y sus aperos de labranza.
Los padres procedieron a adaptar un portal que había debajo de la troje y lo convirtieron en la primera Capilla Pasionista de Toluca. El domingo primero de junio, fiesta del Espíritu Santo, tomaron posesión de la finca y celebraron misa. Al día siguiente, el padre Pablo salió a predicar una misión a la Hacienda El Mayorazgo, en Otzolotepec de la familia Villanueva, siglos XVII-XIX; Eusebio García; Ignacio Hidalga y finalmente en 1887 esta Hacienda queda en manos de su nuevo propietario don Pascual Becerril Guadarrama. El 13 de junio el padre Pablo regresó a Toluca para bendecir la primera piedra de la nueva capilla; el día 22 fue a la hacienda de Atenco para predicar otra misión. El 5 de octubre se bendijo la nueva capilla, apadrinando el, acto distinguidas familias toluqueñas; el sermón estuvo a cargo del señor cura de la ciudad fray Buenaventura Merlín (nombre en un principio de una parte de nuestros referentes Portales toluqueños). Doña Jesusita Sánchez de Pliego regaló las campanas para la espadaña (estructura mural de un edificio que se prolonga verticalmente y acaba en punta, con huecos para colocar las campanas) de la capilla, mientras doña Teresa Arzate de Barbabosa obsequio el altar. El 22 de enero de 1885 falleció la señorita Teresa Pliego y Barrio, bienhechora de los pasionistas, quienes celebraron los funerales en la capilla de El Ranchito; los restos fueron llevados a la hacienda de Guadalupe, a 3 leguas de Toluca junto a los de sus padres.
Para la construcción del Templo dedicado a San José, patrono de la ciudad de Toluca, varios hacendados aportaron importantes sumas de dinero y costearon algunas piezas y objetos del recinto religioso. Don Cayetano y Pliego y su esposa doña Concepción Pérez de Pliego, a solicitud de su hija Soledad, entregaron a los padres pasionistas 27 mil pesos que correspondían por vía de herencia a su hija que era devota de San José. El 25 de junio de 1885 el arzobispo de México Pelagio Antonio de Labastida y Davalos bendijo la primera que fue apadrinada por Cyetano Pliego y su esposa. El 3 de julio de 1892 se bendijo el nuevo Templo, “aún sin torre”. Hasta 1906 el arzobispo Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera bendijo la torre y las campanas. El altar de San Francisco de Asís fue costeado por la señora Vicenta Pliego viuda de Ilzarbe, en memoria de su hermana Francisca Pliego. El altar de la virgen de Lourdes fue patrocinado por don Santos Pérez Cortina y su distinguida esposa doña Javiera Pliego, mientras que la pintura de la aparición de la Virgen a Bernardita fue costeada por los hermanos Trinidad y Pedro Pliego, la estatua de la virgen en mármol, obra del italiano Carlos Nicolí, la regaló la señora Teresa Escandón. En el mismo altar de la virgen fueron depositados los restos de los niños mártires Félix y Gaudencio.
Se dice que después de su martirio, sus restos fueron llevados a las catacumbas de Santa Ciriaca, en Roma. En 1831, el papa Gregorio XVI los donó a doña María Francisca de Villanueva Altamirano y su esposo José María Sevilla, última poseedora en la línea sucesoria del Mayorazgo de Villanueva. El padre jesuita Ildelfonso de la Peña trajo los restos a México para el culto público. En 1892, don Ignacio Mañón y Valle, dueño de la Hacienda La Crespa, pago mil pesos para cubrir algunos pendientes y su traslado a la iglesia de “El Ranchito”.
